El termino gobernabilidad , tristemente muy usado
cuando las cosas no empezaban a salir lo mejor posible en los últimos gobiernos
en la Argentina, sugiere buena voluntad de múltiples sectores involucrados
directamente en la marcha de mandatos constituidos en el balance propio que
otorga la ciudadanía en la elección de sus representantes. No excluyente,
cuando se apela al temible vocablo es porque las tropas si dispersan o porque
esas procuraciones suscitan serias fisuras en lo económico, casi siempre
complicando presupuestos que no alcanzan o no apuntan , polìticamente hacia donde
dijeron que iban a apuntar, o bien no pueden ser ejecutados como fue previsto.
Una opinión escrita lleva la ventaja que puede abreviarse con las dicciones
justas, limadas de la torpeza de la oralidad , de consulta permanente, y con
lineamientos o conceptos a los cuales ,
a menos desde aquí, no nos permitimos desertar. La habitual confusión
entre Gobierno y Estado, a los cuales esta sometida la opinión pública, situación
que debería interesar a màs de un comunicador, que por el contrario reaccionan
defenestrando actitudes por demás honestas en lo ideológico y conceptualidad
política como la demostrada por Ricardo Alfonsìn , en un rasgo esencial que
alguna vez tenía que definir , al menos por herencia el último candidato a la
presidencia por la UCR, en lo referente a la reciente nacionalizaciòn de YPF.
Lo sucedido últimamente en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, con los
resultados de la inacción voluntaria de gestión y la ineficacia de Daniel
Scioli en los últimos años, y pese a la inversión nacional , por reflejo
directo y avatares propios de lo administrativo, sopesa franca y fuertemente en
lo del dìa de hoy y en lo que vendrà , en la innegable incidencia que tienen
los aportes provinciales en el desempeño de los recursos distritales. Los
números del primer estado argentino develan un atraso recaudatorio muy importante
màs allà de lo coyuntural ; y no tomando el sudoeste como ombligo del problema,
ya que será, como se ha deslizado, objeto del tratamiento justo o preferencial,
como se quiera leer, adoptado en el último trienio. Con esta salvedad, que no
tenemos porque no creer, especialistas tributarios no gubernamentales vienen
abrevando la situación bonaerense, que aun , con la aparición de la agencia de
recaudación, que significo un orden importante, pero hacia adentro de su
estamento organizativo, no acompaso el crecimiento económico del territorio, ni
la valorización de las propiedades , por ejemplo en el cinturón productivo
bonaerense, donde se cuela la gordura, y no por estos lares, donde se decreto
el no pago total de los tributos inmobiliarios en el 2010 y 2011 y un 70 por
ciento en el 2012, en una medida condescendiente a los reclamos sectoriales
atendida globalmente por encima de las declaraciones de emergencia y desastre
agropecuario de ley. La dificultad en el envìo de remesas acordadas para varias
àreas, especialmente en educación, sobresaliendo la contingencia de los
comedores escolares, aspecto distintivo de mucha concurrencia a las aulas, y
algunos otros remesones , pone de manifiesto el equilibrio que deben demostrar
los mandatarios municipales por encima de sus referencias políticas , aunque algunos
le llame la atención la adhesión de legisladores en las últimas decisiones , y
otros los tilden de traidores que saben no pueden abandonar a la buena voluntad
de la conducción económica provincial , escamoteando apoyos en tal sentido ,el
normal desenvolvimiento de sus intendentes, único tesoro político en suelo
bonaerense en el caso del radicalismo. En otros niveles también este tipo de
circunstancia ve la luz. En la provincia de Santa Fè , el gobernador Bonfatti,
disiente seguido desde su labor de gobernar, ante sus referentes partidarios
por la relación con el gobierno nacional. La posición política casi troskista
de quièn no gobierna, desconoce sin duda, compromisos con los gobernados, que
sì tienen la obligación de mantener a diario, en este caso, gobiernos municipales , ya sea con el escalòn
inmediato provincial o bien con la administración central. La gobernabilidad se
retroalimenta con relaciones políticas, con el tacto propio de la consonancia
directa entre gobernantes, con ponderación y mesura en gestión , que de ninguna
manera impone pèrdida de identidad partidaria.
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