domingo, 17 de julio de 2011

EDITORIAL PROGRAMA SABADO 16

" La oportunidad comienza cada rato,edifiquemos lo que nos parezca,espacio sobra si lo buscamos"









Los estudiantes franceses hablaban de no tomar el ascensor sino el poder, de correr para que este mundo no te alcance, escribían prohibido prohibir, exaltaban la barricada “por que cierra la calle pero abre el camino,”” la imaginación al poder”. Pero conquistar el poder no les interesaba, el poder era una cosa abominable . Sin que hubiera una revolución , el mayo francés consiguió sacudir la conciencia mundial. En 1968,año insignia de la década de la ilusión, las insurrecciones se dieron en parís, berlin, Praga, mexico, california y Barcelona: el epicentro del temblor estaba en las universidades ,cuyas vanguardias no sospechaban que varias décadas después allí mismo se discutiría poco sobre un neoliberalismo monocorde y mucho sobre el precio de las fotocopias. aquella atmosfera , antes de la globalización, que se desparramo por el mundo en un abrir y cerrar de ojos por los continentes ya no está. No esta ese mundo. Las revueltas setentistas norteamericanas que dicen hicieron sucumbir la mismísima guerra de Vietnam, la primavera de Praga, la matanza de tlatelolco, que con un centenar de estudiantes muertos corono la mayor escala de protesta de la historia de mexico. Se trataba de cambiar el mundo, el sueño no se concreto, pero por algún motivo esa atmosfera se volvió entrañable, nada volvió a ser igual,…. nunca. Ni antes ni después los estados unidos conocieron un movimiento juvenil tan vasto, trascendente y eficaz como el que a fines de los sesenta defendió la paz, la cultura, la música, la pintura, las costumbres y la vida universitaria , todo supeditado a la causa Vietnam. Los argentinos no tenían mucho camino para decir lo suyo, algunos lo dirían en la década siguiente armas en mano, la revolución cubana pegaba fuerte ,pero había una gran incubación. Gobernaba Juan Carlos Ongania al que las prohibiciones vigentes no le impedían el uso de importantes bigotes, no se podían tener;los libros de Marx ,la barba, el pelo largo, los partidos políticos, los hippies, y las ideas, excepto claro las del dictador. Ongania podía perseguir jóvenes con la policía, hablar de su gobierno, pasearse en carreta con aire imperial en la rural de Palermo, ventiló sus sueños vitalicios de quedarse 30 años en el poder y lo echaron al toque, entro Levingston.  En ese marco nuestros jóvenes no tuvieron un enganche con lo que pasaba en el mundo, aquellos de la imaginación al poder. Nuestros estudiantes padecían su propia opresión, que no venia del capitalismo consumista ni le partia bastones en la cabeza a la inteligencia a modo de metáfora, sino en forma literal y sangrante. En 1966 , la noche de los bastones largos había anotado un antes y un después en la universidad. El protagonismo juvenil en la política, de dudosa conexión con las barricadas parisinas estalló en 1969 con el Cordobazo, un levantamiento popular que marcó el principio del fin del gobierno de Ongania. La opresión , era aquí una cosa ya antigua cuando la dictadura vio en cada pensamiento una semilla de rebelión y en cada petición un agravio. Sirvió como antecedente , aquello de la década del 60 porque al menos existe la esperanza de que siempre es posible torcer un  poco la historia. O enderezarla, tengamos un  sueño permanente.  Defendamos , eligiendo la forma que en que lo hacemos, el mundo , nuestro mundo , el mundo de cada uno ,en el cual nos toca vivir. Empecemos por lo que podemos, donde nos movemos. Si nos gusta, participemos, si nos gusta comenzemos a crear, pero nunca el mirar hacia otro lado. Porque el mirar hacia otro lado, inexorablemente nos lleva a estar siempre mirando, nunca decidiendo o ayudar a eso. La oportunidad comienza cada rato, edifiquemos lo que nos parezca, espacio sobra si lo buscamos, nada ni nadie puede torcer la voluntad popular. Hay que animarse a formar parte de esa voluntad, seguro que quejarse y mirar pasar el cortejo nos permite perpetuarnos en una tesitura nunca equivocada. Cada cuál con su conciencia. 




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