lunes, 21 de noviembre de 2011

La muerte como abismo

Columna de Eugenia Madera, emitida el pasado 19 de noviembre.


Los abismos nos señalan los límites. Los abismos están ahí para alertarnos que la situación puede cambiar, que los equilibrios son inestables, que no nos la tenemos que creer decía Horacio González el 23 de octubre. Porque conocemos la historia, somos conscientes de los abismos decía el sociólogo. También decía que el mayor abismo era la muerte. Muertes famosas, muertes masivas, muertes naturales y de las otras.
 Ahora bien, muchas personas mueren por día en el país, muchas familias se topan con el abismo personal de enfrentar una pérdida. Esta semana sin embargo, dos muertes fueron noticia. Una, la de un nene de nueve años en Lincoln, una ciudad pueblo de la provincia de Buenos Aires, la otra de la un joven campesino de 23 años en Santiago del Estero. La desaparición y posterior asesinato de Tomás, el nene, ocupó mayor espacio en los medios de comunicación. Con muchas mayores precauciones que con el caso anterior de la pequeña de Hurlingham, la noticia ocupó conversaciones, páginas y minutos de aire. A pesar de las mencionadas reservas, la noticia no dejó de enmarcarse en un hecho de llamada “inseguridad”, tratando de instalar una vez más, el pánico y la frase desesperada del “no se puede salir a la calle, no podemos dejar a nuestros chicos solos”. En fin, una vez más, la “sociedad jungla” donde ya no se puede vivir tranquilos ni siquiera en un pueblo de la provincia.  En cambio, las hipótesis más fuertes indicarían que sería un hecho policial, un botín de venganza, quizás hasta enmarcado en un suceso, uno más, de violencia familiar.
Por otro lado, la muerte de Cristian Ferreyra, militante del MoCaSE - Vía Campesina, es decir del movimiento campesino de Santiago del Estero alineado a la organización de campesinos latinoamericana Vía Campesina. El MocaSE desde hace décadas viene reclamando por sus derechos ancestrales a la tierra, al territorio, al lugar de vida, producción y reproducción que les corresponde ancestralmente, por derecho y por ley. Permanentemente son desplazados de sus parcelas de tierra, acorralados por el desmonte de vastas  extensiones por parte de grandes empresarios, terratenientes o no, que envían patotas, grupos parapoliciales, para amedrentarlos, para desalojarlos de su territorio y agrandar así la frontera agrícola. Muchas veces en pos de la siembra de algún cultivo exportable, algunas otras no. De un lado, los pueblos campesinos e indígenas aducen la propiedad veinteañal que les otorga la legitima pertenencia de la tierra, del otro los empresarios bajo connivencias de poderes policiales, judiciales y políticos provinciales en donde la mayoría de las veces siguen subsistiendo estructuras cuasi feudales para mantener a capa y espada la propiedad privada de unos pocos. Se convierte, de esta manera, en un crimen netamente político, por la trama de significados que existen alrededor de los disparos.
La de Ferreyra es una muerte que nos muestra el abismo de las cosas que aún quedan por enmendar, de lo inestable de ciertos equilibrios. Nos muestra la necesidad de un debate serio por la tenencia de la tierra, nos pone en el centro de una disputa histórica donde los vencidos siguen siendo los mismos, a pesar de las reparaciones, a pesar de los intentos.
Son muertes incomparables, decía el periodista Mariano Fernandez en una red social, lo que las une es el dolor que causan, continuaba. Y hasta en ese último punto me parecen incomparables. Nos sigue siendo más cercana la muerte del pibe, por la identificación que genera,  porque Lincoln se parece más a nuestro lugar, porque su vida se sigue pareciendo más a la nuestra. Santiago del Estero nos es lejano, la vida en el monte la situamos en la historia, allí donde están los pueblos originarios, figurita de billiken mediante. Esta muerte nos sitúa en el abismo ante la pregunta qué es la Argentina. La Argentina es sólo pampa húmeda o el límite está más allá, un poco más lejos, donde la nariz cruza el abismo

No hay comentarios:

Publicar un comentario