lunes, 27 de agosto de 2012

Columna de opinión del sábado 25 de agosto


Por Eugenia Madera
"Mujer" Flor Bernat


Hoy me voy a referir a un tema que hemos traído varias veces a este ciclo. Pero no por ello, deja de tener vigencia y mucho menos, importancia.
Estoy hablando, puntualmente, de las cuestiones de violencia de género. Da la sensación, que esta problemática social está mucho más presente en “la agenda” mediática y social, se habla de ello como de una moda. No es casual, dada la larga lucha en pos de la visibilización de la problemática que ha llevado adelante el movimiento por los derechos de las mujeres a lo largo de la historia.
No obstante, la consecuencia de esa irrupción de la problemática como tal en el imaginario colectivo, no parece estar dando resultados, al menos palpables.
Vayamos a los números fríos. A las estadísticas. Según un relevamiento del Observatorio de Femicidios en la Argentina, en el primer semestre de este año hubo 119 femicidios en el país. Ya lo hemos dicho en este espacio, la construcción de esta estadística es compleja, ya que resulta muy difícil reunir los casos de femicidios por no estar tipificados como tales, por lo cual, el relevamiento se realiza contando los publicados por la prensa.
En las últimas semanas, se hizo público un video tomado por una joven bahiense, en el momento en el que su ex pareja, padre de su hija, la golpeaba en la puerta de su casa. Ese recurso fue utilizado luego de realizar más de una decena veces la denuncia, y frente a la inacción judicial en la situación. Decimos y repetimos que el femicidio, es decir el homicidio de una mujer por su condición de tal es el último eslabón de una gran cadena de violencias. Sabemos que la denuncia en esos casos, es prácticamente la única solución. Pero debemos saber también que muchas veces falla, que no siempre es la decisión adecuada si la mujer no posee una red de contención que no haga que luego de la denuncia deba caer en manos de su agresor. Sabemos que los agresores, en su amplísima mayoría, son parejas, ex parejas o familiares directos.
Volvamos al sistema judicial y enlacemos otra de las noticias de esta semana. Ayer se conoció que Mariana Vargas, la abogada defensora de Romina Tejerina fue denunciada ante el Tribunal de Etica Jujeño. Recordemos, Romina Tejerina es la joven que fue presa por matar a su hija recién nacida producto de una violación, en ese momento, la justicia jujeña no le creyó a Romina que su hija había sido producto de una violación. Quienes denuncian a la abogada, conocida por su militancia a favor de los derechos de las mujeres, son acusados de abuso sexual de chicas menores de edad. La acusación reviste en que la defensora habría participado de escraches. Los escraches son una herramienta utilizada por los grupos que defienden los derechos de las mujeres, cuando estos son avasallados una y otra vez. Buscan la condena social, que muchas veces cuesta y mucho. Recordemos el caso de General Villegas, cuando la comunidad salió a defender a los agresores, o sin ir más lejos, pensemos en todas las veces que se culpabiliza a la víctima, por ser “loca, histérica, por vestirse provocativa, por insinuar, por no hacer determinada cosa”. La condena social en las comunidades no suele ser sencilla, y tampoco es casual esto. Nos referíamos al principio, al tratamiento de la problemática como una moda: esto trae aparejada su banalización, escuchamos a diario hacer bromas al respecto, “uh no le digo tal cosa porque me va a denunciar por violencia de género” Si bien por un lado eso puede funcionar como disciplinador, como un impedimento para realizar determinada acción agresiva o violenta, pero también funciona como una banalización del problema, en tanto “las mujeres son todas exageradas” y “ahora todo es violencia de género”. Lo mismo ocurre con el lenguaje. La no utilización del genérico masculino se ridiculiza, o se cae en los peores lugares comunes, utilizándolo sólo como una muletilla, totalmente carente del sentido político por el que fue pensado. Claro que los consumos culturales ayudan a esta conformación del imaginario social. Nos hemos referido en innumerables oportunidades al lugar que se les da a las mujeres en los medios de comunicación, fundamentalmente en la tv, tanto en los programas con mayor rating, como también en las publicidades que son una y otra vez denunciadas ante el INadi, salen de pantalla, hasta la próxima publicidad que vuelve a ser violenta, como el caso del desodorante Axe. O programas que toman la problemática espectacularizandola y tratándola livianamente, banalizándola, como decíamos hace un rato. Hace unos días, dos diputadas pidieron declarar al país en emergencia ante el avance de la violencia machista. El entramado es complejo, la violencia es transversal, afecta a todas las clases sociales: claro que como hemos dicho, se agrava cuando se entrecruza con otras violencias. Existen leyes que amparan los derechos del colectivo de mujeres, debemos pedir que se garantice su cumplimiento. El trabajo, la tarea, es trabajar en prevenir esa violencia. Desde nuestra práctica cotidiana, y en las comunidades en las que vivimos, desaprobar comportamientos sexistas, aportar al respeto de los géneros. En definitiva construir relaciones interpersonales más democráticas y equitativas. 

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