lunes, 6 de octubre de 2014



El que mata  ¿ tiene que morir ?
por Eugenia Madera
“Corta la bocha” nos dice Ivo Cucharita y se nos hiela la espalda. La bocha es mucho más compleja que corta. Nos permitimos polemizar con la diva de los teléfonos y con el Richard Gere de los 90s. El que mata No tiene que morir. El que a hierro mata, a hierro no debe morir. ¿Por qué? Porque vivimos en el 2014. Porque han pasado siglos de la abolición de la ley del talión. Y porque hay muchos más especialistas que Ivo y Susana.
El muchacho de los ojos claros dice que el noventa por ciento del “pueblo argentino” está de acuerdo con él. Hacemos cuentas, 36 millones de personas conocen y están de acuerdo con meter bala a troche y moche? – Yo no, vos tampoco, mi hermano tampoco, mi vieja ni loca. Los números no nos dan señora del tupperware de los mediodías. Son muchos los que se queman las pestañas todos los días investigando y analizando la bocha profunda como para que la máquina de deglutir nos entregue un bolo mediático tan monocorde.
Y es que el circo tiene que mantenerse. Y cuesta dinero. A Cucharita tienen que ir a verlo al teatro y no tiene mucha prensa desde la última década. ¿Sufrió algún delito en carne propia? No. ¿Su familia? Tampoco. Pero declaró y sirvió. Y le sirvió también a las puertas blindadas que auspician las noticias policiales y a las empresas de seguridad privada. Y a las cámaras. “Necesitamos más cámaras de seguridad” ellas nos protegerán, controlarán quién pasa, quién va y quién viene. Y el circo circular se mantiene. Dinero que genera más dinero.
Pero Cucharita va más allá y nos dice que su discurso no es de los poderosos, que el viene del barro, que en el barrio donde él dicta clases de boxeo, allí en el conurbano profundo, “la gente” (esa categoría tan errática, tan pronunciada y a la vez tan amorfa) le dice que “nadie hace nada” y que “estamos indefensos” ante tanta “inseguridad” He aquí una de las trampas de Ivo y de lo novedoso de esta nueva arremetida de inseguros. Dicen las estadísticas que los expertos procesan que el delito menor lo padecen en mayor número los miembros de las clases populares. Les afanan la bici, les entran por atrás de la casa, les sacan el celular. Ahora bien, la trampa del viejo zorro es la solución: bala. Y con ello, la criminalización de la pobreza “roban porque son pobres”, “todos los pobres son chorros”. La bocha tampoco es corta en la solución.
Y así se crea la ola de inseguridad y aparece nuestro surfer gobernador de la ola mediática: Emergencia en seguridad- paquete de medidas. Se festeja en la verdulería y en el gimnasio. Ahora sí. El alcalde Diamante de nuestras diagonales también la declara. Chalecos verdes con patente en la espalda y en el casco. Al modo de Capusotto, todos y todas identificados e identificadas, “para diferenciar el que trabaja del que no”. El helado te llega debidamente identificado, el dulce de leche ahora es DFG 753. Una tranquilidad.
“No alcanza”, “Nos matan todos los días”, “Estamos encerrados adentro” Y se suman más medidas: más y más policías. Y se apuran las publicidades: 3000 pesos por mes desde que empezás a estudiar para policía, contra 600 como beca para estudiar cualquier otra carrera es negocio, imposible competir con otra propuesta. No alcanza. Se crea la policía local, cada intendente puede tener su propia policía. Muchos pibes con la misma gorrita y la misma ropa deportiva hacen la cola interminable para ingresar a la fuerza. Seis meses de entrenamiento y a la calle. La rueda sigue. La solución sigue siendo punitiva. Los conflictos entre “ladrón y policía” se trasladan incluso al interior de las familias ¿Eso sólo es la “inseguridad”?
Hace diez años que hubo una “ola de secuestros”. Un pibe muerto. Un pibe con la vida por delante. Estudiante universitario. Su padre, el famoso ingeniero, inició una campaña, derivó en una reforma. La solución fue la misma diez años antes: más mano dura. La respuesta fue punitiva. No funcionó.
Y el coro se sigue repitiendo y nos lleva a las raíces de la convivencia: Nosotros no somos ellos. Ellos, los delicuentes, los negros, los feos, los sucios, los malos. Los con gorra. Nosotros: los laburantes, los buenos, los limpios. E impúdicamente muchos de “nosotros” somos contratados para hacer lo que mejor sabemos hoy en la era red social: ver lo que hacen “ellos”. Sistemas de monitoreo que afectan la privacidad pública.¿?
Y de repente aparece una chica muerta, una mujer. Pero eso no es inseguridad. Menos si no le gusta la escuela y se lo buscó. “Esa algo habrá hecho”, “en algo andaría” no como a uno que lo tiran en la calle por ir a comprar el pan. Tampoco es parte de la inseguridad quedarte sin trabajo o que te empleen sin cargas sociales. Eso es otra cosa. ¿Es otra cosa?

Nota del programa " Nos hierve la sangre" lunes 18 hs www.fmfutura90.5.com.ar (La Plata)




1 comentario:

  1. En lo personal Eugenia observo que lo de Cutzarida y el "fierita" fue una lamentable puesta en escena diseñada por los medios a favor del discurso de Massa. Lo triste es que un tema como la seguridad sea banalizado de semejante manera y no se encuentren respuestas dialécticas desde la política. En ocasiones observo que cuesta mucho asumir la contemporaneidad en el marco de un mundo irracional en muchos incisos. La primera pregunta que yo me hago es si es posible que no exista el delito dentro del actual ordenamiento social. Y hablo a nivel global, este es un fenómeno mundial. Saludos

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