lunes, 29 de julio de 2013

El PASO de los spots

Por Eugenia Madera A partir del comienzo de esta semana pudimos empezar a ver las campañas publicitarias de los precandidatos a las elecciones primarias abiertas simultaneas y obligatorias. Tal como se había hecho en el año 2011, este año existe el mismo espacio de aire para cada partido político. Es así que los televidentes y radioescuchas pueden ver y oir algunos segundos de cada precandidato todos los días. Si reparamos en algunos de los discursos que circulan en los spots publicitarios, lo primero que resulta particular es el posicionamiento de los precandidatos. Daría la sensación, a simple vista que se encuentran en una elección de cargos ejecutivos, no legislativos. Si comparamos esta campaña con las legislativas próximas pasadas del año 2009, tenemos que el principal eslogan de campaña del candidato que finalmente triunfó era “tengo un plan”. Más allá de explicitar o no en que consistía ese plan, se sabía que hacía referencia a la cuestión del binomio seguridad/inseguridad y que estaba a su alcance redactar algún proyecto de ley en ese sentido desde una banca de diputado. En cambio, en esta ocasión, exceptuando la campaña de los partidos de izquierda que hacen referencia a cuestiones especificas plausibles de ser tratadas en un recinto legislativo, el resto de las agrupaciones opositoras hacen referencia a variables, muchas veces instaladas en agenda, cuya modificación no estaría al alcance de una banca legislativa. Y eso no sólo sucede en los ámbitos nacionales, también se encuentra lo mismo a nivel provincial o local, donde los precandidatos a concejales parecen estar disputando el cargo de intendentes. En comparación a las legislativas del 2009, encontramos también una similitud o diferencia, depende del cristal con que se mire, en cuanto al medio elegido para presentarse de los principales candidatos de la escena electoral. En aquella ocasión fue el programa de entretenimientos del conductor Marcelo Tinelli en los que los precandidatos se encontraban con su símil de goma en la parodia llamada “Gran Cuñado”. Este año, la vidriera de propuestas está siendo el programa de la medianoche de america tv Animales sueltos de Alejandro Fantino. El tono es también distendido. La estética del programa es también misógina y machista. Dos coincidencias de una nueva campaña que una vez más se banaliza. Luego, puede encontrarse algo que mencionaramos en ocasión de la apertura de la presente temporada de este programa que es la diferente concepción de la política, de esto que se menciona todo el tiempo: el juego político. Y se encuentran cada vez más marcadas. Son estas dos concepciones que además atraviesan toda la historia de las ideas: entender lo social desde el orden o desde el conflicto permanente. Encontramos en los principales discursos opositores la cuestión del unir, del sumar, del bien pulcro que vuelve. Se retoma de esta manera el discurso religioso de la reconcialiación, el perdón, la paz. Los precandidatos evitan posicionarse frente a temas controvertidos o que exigen alguna definición concreta y hablan de armonía. A costa de lo que sea. El paroxismo de esta idea es el spot del país dividido entre Argen y Tina cual película de ciencia ficción que será unido si elegimos a una dupla que viene caminando luego de que un niño diga “caca”. En contraposición, desde el oficialismo se reinvindica la idea de una política del conflicto, una de las palabras del slogan de campaña es elegir. Siempre que se elige, no se elige otra cosa dicen los precandidatos. Siempre el juego político es en contraposición a algo con lo que no estamos de acuerdo sostienen. Sino, todo daría lo mismo. Como en aquella oportunidad en la que el oficialismo revirtió la cuestión de la crispación a la pasión por Cris, pareciera que esta vez hizo algo similar con la cuestión del elegir o no. Si esto fuese una cuestión lógica o matemática tenderíamos a suponer que los precandidatos de la oposición quedaran atrapados en su propia encerrona. Pero la matematica es la matematica y la política es otra cosa. En definitivamente, modos diferentes de entender la política y concebir a la sociedad que quedarán o no, plasmados en las urnas de agosto.

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