nosotros dentro como privilegiado blanco
por Carlos Madera Murgui #
Los vaivenes
socio-políticos de nuestro país, siempre con nosotros dentro como privilegiado
blanco por supuesto, han ido marcando a lo largo de los tiempos, distintas
profundidades en un intersticio que
algunos se empeñan en descubrir por estos días, pero que comienza con la misma
simplicidad de creer que todos piensan igual y que el consenso divino vendrán a
dirimir la cuestión. Se han agotado las
palabras por estos días de conmemoración, con la posición ( natural) y el
desparpajo del disparate acomodaticio, para recordar importantes, basamentales hechos, como muchos otros en
Argentina, desde la pureza misma del bronce, visto dos centenas de años, después
claro, pero despojados de situaciones políticas muy marcadas que tal vez,
merezcan ser revividas por la salud del pensamiento de lo que viene, y de lo
que está. Nada empaña ni discute ninguna reminiscencia en la cual todos estamos
de acuerdo, al menos en la emoción repentina del flamear de los símbolos, ( y téngalo por seguro, no en mi caso), al escuchar marchas militares. La judicialización de la política, aquella
política que llevó en la mayoría de los casos a empuñar armas de todo tipo,( y
fijo mi pensamiento en los 1800) para imponer espíritus libertarios, ha venido
a suplir ( la judicialización), tremendas inopias y carencias dirigenciales
dentro del espectro, (inauguradas allá por los 90), después del fracaso
alfonsinista ( no de Alfonsín) de creer el país como una gigantesca ONG, donde la
base de la existencia del Estado restaurado, no asesino, interviniendo
favorablemente en los desequilibrios sociales , momento nostálgico aún, pero
ingenuo del pensamiento social global, donde los consensos eran el credo, y la
respuesta fue la desestabilización. El
Estado no se comprendió como una relación de poder, donde la toma de decisiones
afectan intereses en beneficio de otros y no todo es consensual, hay que pilotear
los conflictos creados y patear bajas espaldas en la mayoría de los momentos. Ese
sentimiento no obstante, idílico, destruido en poco tiempo, esta siempre
latente en una sociedad, y muy de tanto en tanto, funciona álgido como alerta
para el pensamiento crítico, es decir de
un Estado fuertemente interventor en el plano de lo público, en temas sensibles
a las vidas más castigadas y golpeadas. La
política es promesa de transformación
por antonomasia, de cambio de vida. Cada vez que aparece sin operatividad y sin
sensibilidad, aflora como desconfianza hacia el Estado, en una instalación de
anarquismo, fuerza cíclica de la sociedad, que condiciona y culpabiliza sin
distinguir. El cadáver de la alianza de De la Rúa, al querer aparecer distinto
a lo propuesto, aflora y asusta en cuanto resumen se intenta. Escuchar hoy,
para volver a la judicialización, temas como imputación, investigación,
denuncia, indagatoria, fallo en primera instancia, apelación, instancia de la
Cámara, inhibición, prisión preventiva,
inimputabilidad, cautelares, sentencia firme, sospechado, expediente, acordada,
causa, nulidad, como términos de la política, no hacen otra que enmascarar la
ineficacia, incompetencia, ineptitud de
los actores que han abandonado su rol nos guste o no de quienes se trate. La actual crisis es económica, pero antes es
política, no de los políticos. Se compara en cuanto cuadra con la de 2001, pero
en aquella oportunidad, la salida, tortuosa, complicada, agotadora, que se
llevo puesto a la mayoría, fue política. La tremenda vitalidad y solidaridad de las
clases populares y de los sectores medios del país demostraron que existe una
capacidad de auto organización muy fuerte en la Argentina, el capital más
importante del país. El 2001 actúa
permanentemente en todos los sectores opinantes sobre algo a lo que no se
quiere volver, que permite ampliar el rango de lo posible, también la enseñanza
y el postulado de Néstor Kirchner que nadie es más importante que el presidente
de la república, el que es elegido para conducir y transformar políticamente. En Argentina, los sectores empresarios, son
absolutamente rentísticos, solo pretenden que el Estado actué como garante de
su rentabilidad, y lejos están dispuestos de aceptar cualquier política redistributiva groseramente tildada de populismo. Las
grandes líneas de nuestras posturas, ideas y exigencia, las definimos nosotros,
no líderes auto determinados que nos ven como su propio ensayo para “ una nueva
argentina”. Gracias por convertir al
nulo trabajo en digno, la reinserción en la sociedad como novedad, y por asistirnos
la chance de darnos cuenta que trabajamos para una argentina mejor. Avisarnos
además que esto era el sinceramiento de la economía, y que había que hacerlo.
El pauperismo como condición necesaria para el desarrollo capitalista está
entre nosotros. Solo la política con su variopinto manual podrá con su
condición correctora abrir una
esperanza. Lo visto hasta ahora, por más
legal, constitucional que se lo tilde, poco tiene de democrático, y esto para
quienes solo reconocen solo al sufragio libre como toda la democracia. La forma
más prestigiosa del descontento, la desaprobación, es aquella que no actúa por
intereses particulares, vinculados a una reflexión muy primitiva sobre el lugar
social de cada uno, sino cuando se desenvuelve por el interés universal.
No esperes de ningún
modo-que se dignen consentir-tu acceso al porvenir-esos que arrasan con todo-
JOAN MANUEL SERRAT
# Conductor "Dorrego Despierta" de lunes a viernes 7 a 9 por LadorregoAm1470
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