lunes, 11 de julio de 2016



nosotros dentro como privilegiado blanco 

por Carlos Madera Murgui #



Resultado de imagen para crisis politicaLos vaivenes socio-políticos de nuestro país, siempre con nosotros dentro como privilegiado blanco por supuesto, han ido marcando a lo largo de los tiempos, distintas profundidades  en un intersticio que algunos se empeñan en descubrir por estos días, pero que comienza con la misma simplicidad de creer que todos piensan igual y que el consenso divino vendrán a dirimir  la cuestión. Se han agotado las palabras por estos días de conmemoración, con la posición ( natural) y el desparpajo del disparate acomodaticio, para recordar importantes,  basamentales hechos, como muchos otros en Argentina, desde la pureza misma del bronce, visto dos centenas de años, después claro, pero despojados de situaciones políticas muy marcadas que tal vez, merezcan ser revividas por la salud del pensamiento de lo que viene, y de lo que está. Nada empaña ni discute ninguna reminiscencia en la cual todos estamos de acuerdo, al menos en la emoción repentina del flamear de los símbolos,   ( y téngalo por seguro, no en mi caso),   al escuchar marchas militares.    La judicialización de la política, aquella política que llevó en la mayoría de los casos a empuñar armas de todo tipo,( y fijo mi pensamiento en los 1800) para imponer espíritus libertarios, ha venido a suplir ( la judicialización), tremendas inopias y carencias dirigenciales dentro del espectro, (inauguradas allá por los 90), después del fracaso alfonsinista ( no de Alfonsín) de creer el país como una gigantesca ONG, donde la base de la existencia del Estado restaurado, no asesino, interviniendo favorablemente en los desequilibrios sociales , momento nostálgico aún, pero ingenuo del pensamiento social global, donde los consensos eran el credo, y la respuesta fue la desestabilización.   El Estado no se comprendió como una relación de poder, donde la toma de decisiones afectan intereses en beneficio de otros y no todo es consensual, hay que pilotear los conflictos creados y patear bajas espaldas en la mayoría de los momentos.        Ese sentimiento no obstante, idílico, destruido en poco tiempo, esta siempre latente en una sociedad, y muy de tanto en tanto, funciona álgido como alerta para  el pensamiento crítico, es decir de un Estado fuertemente interventor en el plano de lo público, en temas sensibles a las vidas más castigadas y golpeadas.        La política es promesa  de transformación por antonomasia,  de cambio de vida.   Cada vez que aparece sin operatividad y sin sensibilidad, aflora como desconfianza hacia el Estado, en una instalación de anarquismo, fuerza cíclica de la sociedad, que condiciona y culpabiliza sin distinguir. El cadáver de la alianza de De la Rúa, al querer aparecer distinto a lo propuesto, aflora y asusta en cuanto resumen se intenta. Escuchar hoy, para volver a la judicialización, temas como imputación, investigación, denuncia, indagatoria, fallo en primera instancia, apelación, instancia de la Cámara,  inhibición, prisión preventiva, inimputabilidad, cautelares, sentencia firme, sospechado, expediente, acordada, causa, nulidad, como términos de la política, no hacen otra que enmascarar la ineficacia, incompetencia, ineptitud  de los actores que han abandonado su rol nos guste o no de quienes se trate.  La actual crisis es económica, pero antes es política, no de los políticos. Se compara en cuanto cuadra con la de 2001, pero en aquella oportunidad, la salida, tortuosa, complicada, agotadora, que se llevo puesto a la mayoría,  fue política.  La tremenda vitalidad y solidaridad de las clases populares y de los sectores medios del país demostraron que existe una capacidad de auto organización muy fuerte en la Argentina, el capital más importante del país.   El 2001 actúa permanentemente en todos los sectores opinantes sobre algo a lo que no se quiere volver, que permite ampliar el rango de lo posible, también la enseñanza y el postulado de Néstor Kirchner que nadie es más importante que el presidente de la república, el que es elegido para conducir y transformar políticamente.  En Argentina, los sectores empresarios, son absolutamente rentísticos, solo pretenden que el Estado actué como garante de su rentabilidad, y lejos están dispuestos de aceptar cualquier política  redistributiva  groseramente tildada de populismo. Las grandes líneas de nuestras posturas, ideas y exigencia, las definimos nosotros, no líderes auto determinados que nos ven como su propio ensayo para “ una nueva argentina”.  Gracias por convertir al nulo trabajo en digno, la reinserción en la sociedad como novedad, y por asistirnos la chance de darnos cuenta que trabajamos para una argentina mejor. Avisarnos además que esto era el sinceramiento de la economía, y que había que hacerlo. El pauperismo como condición necesaria para el desarrollo capitalista está entre nosotros. Solo la política con su variopinto manual podrá con su condición correctora  abrir una esperanza. Lo visto hasta ahora,  por más legal, constitucional que se lo tilde, poco tiene de democrático, y esto para quienes solo reconocen solo al sufragio libre como toda la democracia. La forma más prestigiosa del descontento, la desaprobación, es aquella que no actúa por intereses particulares, vinculados a una reflexión muy primitiva sobre el lugar social de cada uno, sino cuando se desenvuelve por el interés universal.

No esperes de ningún modo-que se dignen consentir-tu acceso al porvenir-esos que arrasan con todo- JOAN MANUEL SERRAT


# Conductor "Dorrego Despierta" de lunes a viernes 7 a 9 por LadorregoAm1470

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