Coronel
Dorrego 2013
por GUSTAVO SALA
La realidad tiene cosas que no
se parecen a ninguna cosa...
Gilbert K. Chesterton
Cuántas veces
los dorreguenses hemos pensado en nuestra realidad y hemos llegado a la misma
conclusión del notable novelista británico. Los temas que nos acucian, por
recurrentes, ya no forman parte de nuestros desvelos, vivimos una suerte de
acostumbramiento lindante con el tedio, menesteroso estado de espera. Acaso,
como advenediza hipótesis, un dorreguense no es otra cosa que un ciudadano cuya
vida consiste en disfrutar únicamente de las vísperas, cosa para nada
desechable y si se me permite hasta deseable, si de amores, de fiestas o de
citas se trata, pero que en cuestiones de salud, infraestructura o desarrollo,
dicha situación resulta muy poco gratificante.
Hace bastante
tiempo que en los personal nada expreso sobre el Pago. No es por falta de
interés, tampoco es que no existan temas a debatir; quizás estamos habituados a
no contar con oídos e “intelligentzias” prestas para atender a cuestiones terrenales,
acaso vulgares, esas que hacen a la vida cotidiana de las personas. Las últimas
sesiones del HCD hablan por sí de la “Banalidad Aplicada”, asignatura que temo,
nuestros doce jinetes “hacia” el Apocalipsis, han cursado y aprobado con la
máxima calificación.
Me atrevo a
citar a Borges. “Conozco gente con la curiosa ansiedad de conocerme mejor,
cuestión que hace muchos años, sin demasiados esfuerzos, he trabajado con el
mismo objetivo”. ¿Cuántos dorreguenses, con funciones públicas determinantes, están
interesados, más allá de sus salarios, en lo que sucede desde el Quequén hasta
el Sauce, desde la Ruta 51 hasta el mar?
Se viene un
año electoral. Los comicios de medio término siempre proponen un poco más de
diversidad. Ojalá que la semipeatonal, que
la colocación de un par de baños químicos, que el metraje de la terminal de
ómnibus, que si te miro que si no te miro, que el empedrado, que el llenado de
piletas Pelopincho, que el estacionamiento sobre la Avenida Fuertes, que lavar
un auto, que un semáforo más que un semáforo menos, que un baden si y otro no,
que la basura, que los perritos sueltos, que declarar ciudadanos ilustres,
mujeres notables y demás declamaciones galeritas, no se constituyan en temas
centrales de debate.
Sinceramente
esperamos escuchar vulgaridades: algo sobre salud, algo sobre infraestructura,
algo sobre cultura, algo sobre inclusión social, algo sobre desarrollo. Pero
claro. No se le puede pedir a la derecha lo que la derecha nunca hará. Es
necesario alternativas políticas que pongan estos temas sobre la mesa, de lo
contrario aquellas nimiedades exhibidas seguirán marcando la agenda de
preocupaciones, conjunto de humedades instaladas como cuestión de estado.
Asuntos que se deben resolver ejecutivamente, con practicidad, con premura, con
agilidad y sin utilizar los escasísimos tiempos que tienen nuestras esporádicas
y minusválidas sesiones del Concejo.
Y ya que
nombramos a Borges es probable que nuestros funcionarios deban acercarse a sus
lecturas, descender (o ascender) a su enorme modestia y aplicar parte de su
pensamiento de modo aceptar buenamente aquello que de forma sabia le
cuestionara a un colega y a la vez admirador: ¿Quién sos vos para no discutirme?
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