sábado, 29 de junio de 2013

SOBRE LOS COLORES DE LA CONCORDIA

por CARLOS MADERA MURGUI
Editorial sàbado 29
Quisiera que alguien explicara de una definitiva vez la teoría del color de sus opiniones. El consensualismo, o el discurso único, que da menos trabajo decirlo, ha reinado las buenas costumbres y el acontecer de la no modificación de ninguna estructura de vida, por injusta que fuese, en pos de una sociedad organizada y bienpensante, con todo el sentido común clasemediero,  claro detrás de lo mejor de los menos. Que todo no sea blanco o negro, nos ha llevado a un gris inconducente, mas aun a negros intensos, no para todos, pero sì para la mayoría. Esa mayoría que desnudo con su acción la falacia de los defensores a ultranza de las “ formas “, críticos de las “desprolijidades “en pos de avanzar hacia otra sociedad que en conjunto se afianzo disputando poder , como no se veía en décadas. Magnificas y duras las diferencias en un país testigo de la recuperación de puentes rotos entre generaciones y sus ideales, voces y legados remitiendo a un litigio no resuelto; el litigio por la igualdad. Incomoda salir de lo establecido, incomoda en nuestra refinada y enigmática idiosincrasia. Cuando uno escucha hablar de modelo, y también lo hemos repetido, creo que estamos en un error,  o al menos en una visión no global del tema. Modelo suena exclusivamente para quienes escuchan, porque será,  eminentemente económico; pero la importancia de un proyecto cultural, social, y también económico, no merece quedarse en el prisma de tipos que han surgido al amparo de la transformación, para ahora minimizar los cambios estructurales màs profundos en la vida de los argentinos, y sigo sin hablar exclusivamente de economìa, aunque la restricción en la compra de divisas  o derechos de exportaciòn aparezcan como màs importantes que las modificaciones històricas en libertades individuales o asistencias sociales inèditas que llevan hoy mismo a las inexactitudes propias de la negación para anteponer a los hechos de quienes no saben al menos decir, me queda la duda por lo que puedan hacer, sobre algo superador que al menos los lleve a ser atendidos. El abismo disgregatorio de 2001, muchos lo toman como un material de archivo televisivo, que de cuando en cuando les recuerda los disparates que hoy dicen, en cuanto a còmo podemos o debemos estar. Hablando livianamente sobre lo que no terminan nunca de explicar sobre la ayuda social, a lo que despectivamente titulan planes, ayuda que en su casi totalidad, llega por administraciones oficiales municipales, provinciales y nacionales, la mayoría con contraprestación o valorizaciones controladas por profesionales de salud y de promoción social que cuentan con recursos, luego de una revisión de lo que necesitaba el país y sigue necesitando de tributos màs equitativos, sobre lo que es  notorio falta mucho aun, pero se ha avanzado y como. La historia reciente nos muestra como evidente, dentro de una sociedad que no es ajena a estos comportamientos, la diversidad en la peor de sus acepciones de dirigentes políticos serpentinos, siendo elegidos por un partido, desarrollándose por otro y finalmente terminando en un tercero; alguna vez habría que revisar sobre la “ propiedad “ de los cargos obtenidos todos inexorablemente mediante partidos o agrupaciones políticas, que luego se revelan como  “luchas y trayectorias rectilíneas personales “ para aparecer paradójicamente en la antípodas de lo que anunciaban en su aparición. Hay cosas que no son serias por màs que se cambie el lugar de mirarlas. Las libertades que gozan y que critican y que todos supimos conseguir, les permite jugar en el equipo de los impresentables. Nada mejor que la incoherencia como carta de presentación para dejar de ser tenido en cuenta.

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