jueves, 1 de agosto de 2013

COLUMNA DE GUSTAVO SALA

OBEDIENCIA FACTICA
En oportunidades el pretendido debate político se transforma en risueño, diría que tragicómico. Mientras el Gobierno gobierna en función de sus paradigmas, digamos que pretender otra cosa es ir en contra de la voluntad popular, la oposición no sabe qué es lo que debe hacer desde lo eminentemente político. Su laberinto está bocetado por las corporaciones de modo que no sólo están determinados sus incisos, sino también los límites políticos y conceptuales de dichos incisos. Desde un humilde candidato a concejal pueblerino, pasando por un diputado provincial y ni que hablar de un candidato a legislador nacional su centro de encaje crítico sigue siendo la figura presidencial. Muchos dirán, crezco en la medida de mis antagonistas, y si mis antagonistas son pesos pesados puedo yo considerarme como tal. Claro está, lo que no se suele sospechar es que del ridículo rara vez se regresa. La campaña política nos está deparando un triste viaje de ida denuncista hacia paradigmas que panglossianamente creíamos sepultados. La recetas neoliberales vuelven con pretenciosos y ufanos ímpetus de manera transversal. Ya no son solamente los poderes fácticos los que proponen un deja vú, en la mayoría de los partidos políticos opositores corre de manera siniestra savia liberal, aún en aquellos que se dicen responder al campo progresista. Temo que el nudo de la cuestión no se está percibiendo en su verdadera magnitud. Nunca como antes está quedando tan expuesto el futuro. Luego de su efímera y frustrante alianza con De Narváez, Ricardo Alfonsín teme que la salida 2015 sea por derecha, a la par que varios referentes de nombre del propio radicalismo gozan de infernales orgías con el Pro y con Massa. Visto el panorama Alfonsín acepta que Prat Gay o González Fraga sean la respuesta política y económica más potable. Vale decir, no sólo educa y formatea a sus temores, además se acomoda a ellos y a los límites que le impone el laberinto fáctico citado. El mencionado De Narváez, menemista confeso, esta vez sin el “alica alicate”, debió salir al ruedo político exhibiendo sus enormes limitaciones estructurales e intelectuales. En nuestro pago, mientras su candidato a primer concejal expone buenamente y con sabiduría lo positivo de agregarle valor a las materias primas en origen poniendo como ejemplo al Molino Harinero de Oriente, De Narváez propone liberalizar el mercado de granos eliminando todo tipo de intervención estatal. Pónganse de acuerdo muchachos. Protegemos la industria y el trabajo nacional o llevamos los barcos hasta las tranqueras con toda la desocupación que ello implica. En paralelo se instala como candidato a Diputado Provincial a un operador zonal de La Nueva Provincia desconociendo las complicidades del grupo con relación a la dictadura cívico militar. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, diría nuestro amigo Catalán. Como vemos los límites fácticos no sólo se imponen por poder, también es una elección política de las agrupaciones. Hablo de agachadas, hablo de gestores a los que Moyano les sienta bien, siempre y cuando su poder de daño vaya en dirección a Balcarce 50. El Frente Renovador, con Massa a la cabeza, nos presenta el cóctel que mejor se ha adaptado a ese laberinto fáctico. Desde la construcción mediática ha intentado un discurso “caprilesco” y antipolítico que ha logrado entusiasmar tanto a cacerolelos, como la derecha peronista y a la derecha liberal. Su puesta en escena con relación a los límites temporales de los cargos ejecutivos – sofisma mediático tan lavado como irreal y que sin embargo todavía se reserva un exitoso nicho argumental - choca de frente con propios dirigentes que hace casi 20 años ejercen sus cargos como intendentes comunales. Acaso el hombre se ha dado cuenta que eso no es conveniente cuando otea en el horizonte alguna posibilidad concreta a su favor. Lamentablemente más no podemos decir. Por ahora sus discursos han sido tan vacuos y escasamente profundos que nos impide acercarnos a un modelo concreto de país. Sospecho que nada cambiará. Sus paradigmas e intenciones son indecibles políticamente, de modo que no debemos esperar definiciones sin pudores con relación a incisos que de ser revelados exhibirían, detrás de su angelical imagen, el cruel regreso hacia nuestros dolores más profundos. Para finalizar aprovecho el momento para una digresión literaria: Como dicen los Muleiro en el libro “Los Garcas”: “Cada vez que la complejidad política de la vida nacional saca a los garcas de sus casillas, muestran los dientes cariados de viejo negrero colonial y pretenden borronear toda trabajosa creación cultural pergeñada en pos de un posible entendimiento humano. Más allá de sus posesiones el garca argentino puro es portador de un discurso y de un comportamiento consecuente: Sus ansias de acumulación personal y de clase lo torna en explotador e inmisericorde con el resto de la sociedad. El garca tiene gravemente perturbadas sus relaciones con la alteridad, estableciendo con los demás, con el otro, una relación de sujeción y explotación y en cualquier caso de prejuicio y perjuicio. (Justamente todo lo contrario al paradigma: La Patria es el otro). La construcción política, cuando es original, fuerte y continuada lo arrincona tanto como la persistencia de una sociedad abierta y liberada de sus recurrentes y matadores escarmientos. El garca se familiariza siempre a través de los planteos más obvios y nunca en su complejidad, aunque en su pálida vertiente intelectual guarde ecos de enciclopedismo oxidado o resonancias de ágora griega...”

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