Por Eugenia Madera- Programa del sábado 26 de octubre.
No suelo utilizar la primera persona para este espacio. Sobretodo por el
poco interés que puede revestir para ustedes, pero esta vez voy a romper esa
máxima, porque me siento una testigo de privilegio de esta época, de este
momento y me toca directamente.
El martes 22 de octubre no fue un día más para el calendario de mi vida y
la de Agustín. Ese día, a las 8 de la mañana preparamos un mate con miel y
prendimos la computadora para ver por la tv pública online, (es una decisión no
tener tv y por jactarme de esto recibo las bromas de mis amigas) el sorteo por
lotería nacional de los créditos para la vivienda única familiar Procrear. Ya nos habíamos anotado el año anterior para
los créditos sin terreno, es decir, aquellos que utilizan tierras fiscales en
disponibilidad. Pero en la ciudad que elegimos para vivir hace unos años, aún
no hay terrenos disponibles y los que hubieron fueron rechazados por los
vecinos aledaños por no aceptar la construcción de un “barrio popular” cerca de
sus casas. No sucedió sólo aquí, la junta de firmas para la no llegada de
beneficiarios del ProCreAr se dio en varias ciudades… Decía entonces, esta vez
nos habíamos anotado para la compra de terreno y construcción de la vivienda,
una de las líneas nuevas. Más allá de las probabilidades reales que eran muchas
ya que los créditos disponibles superaban el tercio de los inscriptos, teníamos
desde hacía unos días, la firme convicción de que saldríamos sorteados. Nos
había llegado el correo electrónico de la ANSES con el número de sorteo, que
era el 2, el número de grupo que era el 566 y nuestro número que era el 22.
Veíamos caer las bolillas para las otras líneas de crédito que se sorteaban,
los repechajes de sorteos anteriores en sus líneas de construcción con terreno
y refacción y ampliación. Mientras oíamos cantar los números, recordaba que en
mi infancia allá por el año 93, con ocho años,
toda la familia se había levantado muy temprano para escuchar por radio
nacional el sorteo del servicio militar para uno de mis hermanos primero y unos
años más tarde para el otro. Pensé en la ansiedad y angustia de aquellas
bolillas y la ansiedad y felicidad de éstas. Prórroga y sufrimiento del Soldado
Carrasco de por medio, mis hermanos no hicieron la colimba como siempre le dijo mi padre, que sí la hizo. La
comparación de sorteos, compara la diferencia de momentos históricos, de
proyectos colectivos. En fin…
Cada cual se fue a cumplir con las obligaciones del día. En mi caso, cada
diez minutos actualizaba la página web de la lotería nacional desde el teléfono
para saber si ya estaban los resultados. Al mediodía es él quien me llama
gritando que estaba viendo en vivo que el 22 había salido y que nuestro número
de grupo permanecía color verde, eso significaba que aún tenía cupo y que
habíamos salido sorteados. No sé si el total de sorteados lo vivieron con la
emoción y la alegría con la que lo vivimos nosotros, pero advertí que esto era
en primera persona. La posibilidad de una casa en esta ciudad que elegimos para
vivir era tan remota, tan pequeña que directamente no contaba como posibilidad.
El problema de la vivienda en el país no viene de ahora, es estructural y este
programa viene a cuento a la solución de ese problema, lenta, paulatinamente,
claro. Nadie dice que esto sea de la noche a la mañana. De hecho hace un rato
les conté que antes, ni bien se lanzó el programa en el Museo del Bicentenario
con la Presidenta a la cabeza, acto en el que estuve presente, junto a muchos más
que creíamos que era una gran noticia y que había que apoyarla, nos habíamos
anotado vía web también en una línea que aún no ha resultado en esta ciudad, sí
en otras. Pero las dos nuevas líneas que se sortearon el martes son muestras de
que el programa sigue avanzando, para llegar a todas las necesidades
habitacionales, o al menos a la mayor cantidad. Esa misma tarde comenzamos a
enterarnos de gente conocida que estaba en nuestra misma situación. Susana, va
a poder arreglar su casa y Emma construir una casa para vivir con su hijito en
Mar del Plata. Guadalupe que el año pasado se volvió a Jujuy salió sorteada
allá. Lo mismo le pasó a Carolina en San José, Entre Ríos. Y en La Plata para
las diez de la noche los conocidos eran como para hacer dos manzanas. Ex
compañeros de la facultad, amigas como Eli y Nadina con las que la charla sobre
el precio de los alquileres era un tema recurrente, amigos de la primaria, el
primo de tal, el hermano de la cuñada, y así se repetían las historias y las
felicitaciones por las redes sociales.
Alguien hizo la comparación, absolutamente atinada, de que los titulares de
los 158 mil créditos sorteados llenaban dos estadios de River Plate.
Monumental. Y eso que no estamos multiplicando las parejas, los hijos y las
hijas, las familias de esos titulares.
Ya tenemos el turno en el Banco Hipotecario, ahora resta completar la
documentación para el otorgamiento del crédito, luego conseguir el terreno en
venta que no supere los 100 mil pesos. Además de brindar trabajo a quienes
trabajen en la construcción de estas casas que luego serán hogares. Todas las
condiciones están pensadas para que no se produzca una burbuja inmobiliaria,
sino por el contrario contrarrestarla al ponerle un tope al valor de la tierra.
El crédito se desembolsa en cuatro pagos, bajo la presentación de avances
de obra y durante los nueve meses que debe durar la construcción, por ser una
modalidad de crédito francés, no se paga la cuota del mismo. Lo que nos permite
a los inquilinos, seguir pagando el alquiler del departamento donde vivimos
hasta mudarnos a la nueva construcción. La cuota no puede representar más del
40 % de los ingresos del grupo familiar, con lo cual resulta inferior a
cualquier alquiler. Además, la tasa es fija durante los primeros años y
variable con un tope según los ingresos. Hay 30 años para cancelar el crédito en
el primer estadío y 20 en los siguientes. Sin adentrarnos demasiado en el
problema de los alquileres, los contratos de alquiler son por dos años, y
además del aumento del 20 por ciento año tras año, la renovación del acuerdo
cada dos años insume un porcentaje del contrato total que es sólo interés
financiero. La especulación con las viviendas llega a niveles insospechados. Por
eso la protección del Estado resulta fundamental.
“El saber que no estamos solos, el saber que luchamos por lo mismo, hizo
que ayer (por el 22) nosotros, y mucha gente más, conocidas y no, creamos
posible el sueño de tener “tu propia casa”. Pero entiendo que es un logro
colectivo, ya que por nosotros solos no lo hubiésemos logrado, es por esto que
les escribo para agradecerles por confiar en nosotros y darnos la posibilidad
de acceder a nuestra casa. A ustedes como gente, como pueblo y como Estado, ya
que entiendo que el Estado somos todos y todas” Eso escribió Agustín al otro
día y sintetiza lo que es el Procrear para nosotros.
HERMOSO.. Familiar, Popular y Nacional...
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