" me impresiona que hayamos perdido la dimensión enloquecedora de la contradicción"
por Carlos Madera Murgui #
Esta semana escuche algo muy breve, apenas una frase: “Quiero que
me devuelvan mi país”.
Esas seis palabras rebotaron intensamente en mi interior, en una
zona que no es ni muy personal ni muy original, creo que es una zona compartida
con millones. Queremos que nos devuelvan nuestro país, lo cual no significa ni
ignorar el resultado de las elecciones (en aquel país se podían perder las
elecciones) , ni nada desestabilizador, como se estila decir ahora ante la
crítica política.
Los burócratas en funciones
se han ocupado de que las voces opositoras callen, dejando un mínimo cupo para
cumplir con presuntos buenos modales por los que tanto reclamaban y de los que
hace seis meses demuestran que carecen por completo. Que son, gente
emocionalmente tosca, moldeada al uso de esos artefactos que creó el dinero
para multiplicarse por generación espontánea y se llaman corporaciones y
buitres.
Nos va quedando en claro que corporaciones y buitres comparten
estrategia.
Lo hemos visto ya muchas veces.
Vimos videos de despidos en la Secretaría de Comercio en los que un PRO,
ex miembro de una ONG de aparente defensa de consumidores, reunía sádicamente a
sus inminentes despedidos porque, decía, “sentía que era algo humano”, pero les
daba la opción de rehusar la reunión y ser directamente informados sobre sus
despidos.
Vimos también, y quedó
clarísimo que este gobierno no quiere proteger el consumo ni quiere defender a
los consumidores, que por el contrario quiere destruir lo más rápidamente el
consumo interno, porque eso es exactamente lo que hacen las decenas de miles de
despidos públicos y privados. No quieren evitarlo: lo buscan. Cuando describen
el ajuste estatal, niegan el modelo anterior, niegan su lógica. En ese esquema, la mitad del país no habla su
idioma y en consecuencia debe ser suprimida del imaginario nacional.
Los despidos en el sector público, que recubrió y lo sigue
haciendo el PRO con la palabra “ñoqui” y es repetido por eunucos periodísticos
de variada pelambre, son solamente el paso necesario para cambiar el paradigma
inclusivo por el Estado , en el que se chilla contra la corrupción del gobierno
anterior mientras ponen a los investigados por lavado de dinero en la Unidad
que investiga el lavado de dinero. No hay mucho más que explicar. Son los
mismos, empleados de los mismos jefes invisibles los que en Brasil se quedaron
con la yugular de Dilma, rediseñando la región para ponerla al servicio de las
corporaciones y los buitres.
Sigo escuchando a personas que piensan parecido a uno, que a Macri
no se le puede reprochar que haya mentido en la campaña. Que los que lo votaron
sabían a qué se exponían. Es como reconocerle cierta honestidad intelectual.
Me impresiona que hayamos perdido la dimensión enloquecedora de la
contradicción. La borran quienes cuentan y la borramos de nuestra percepción.
Confundimos la verdad con la contradicción.
Confundir esas dos instancias de discursos es una derrota cultural
a la que no me resigno. Porque Macri no ganó diciendo la verdad, sino
ejerciendo en arte negro de la contradicción, que es el hecho de poner en
circulación dos discursos contrapuestos con la doble vara institucionalizada
por “el periodismo” ahora oficialista. “¿En qué te han convertido, Daniel? En
un panelista de 6,7,8, siempre mintiendo”.
Lo que siguió en el entonces aspirante a presidente era que no iba
a devaluar. Pero Macri devaluó. Todos sabían que iba a devaluar. Pero Macri en
esa noche estelar dijo que no. Macri no
ganó diciendo la verdad, sino contradiciéndose, y contenido en esa contradicción
por decenas de medios.
Me conmovió la frase “Quiero que me devuelvan mi país”, porque me
envió directamente a 2001. Se moría la industria nacional. Se venía el
corralito. El sufrimiento era una nevada que caía copiosa sobre los argentinos,
como en “El Eternauta “. Escuche y leí entonces “Hoy hay un nudo de angustia
instalado en las calles, en las casas, en las oficinas. Algo se nos fue de las
manos. Aquel país de las maravillas nunca fue realmente un gran país. Era
modicamente maravilloso en sus virtudes, y maravillosamente módico en sus
vilezas. Ese país también parece ir hacia ahí, y claro como siempre con todos
nosotros adentro, porque ahora todos somos nosotros. Los otros son muy pocos.
# Conductor "Dorrego Despierta" de lunes a viernes de 7 a 9 por Ladorrego AM1470
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