por Carlos Madera Murgui #
Con la razón de las palabras del novelista
polaco Joseph Conrad quisiera explicar mis intenciones al dirigirme a Uds
diariamente.
” Mediante el poder de la palabra quiero
hacerlos oír, sentir y ante todo, hacerlos ver. Nada más y todo eso. Si lo
logro, ahí encontrarán, según sus propios méritos, ánimo, consuelo, miedo
hechizo, todo lo que exigen y quizá también ese atisbo de verdad que se
olvidaron de pedir”, decía Conrad.
Una puesta en escena a contramano de mucho
oyente que elige la abstracción, vaguedad y el tiempo muerto sobre la
contundencia de las acciones que tendrán que venir claro, pero más luego y sin
avisar.
Leonard Keeler, un inspector de policía de
Chicago en 1935 realizó el primer test con el detector de mentiras por él
construido. Se trata de un polígrafo que mide y registra algunas variables
fisiológicas, tales como presión sanguínea, pulso, respiración y conductividad
cutánea, mientras se formula al investigado una serie de preguntas, con el fin
de averiguar si el sujeto miente. Las preocupaciones diarias y no hablemos del
país en un todo,( no existe error más evidente ) , sino de las personas que
tratamos a diario que viven su mañana con tamaña preocupación por los detalles
del blanqueo, los bolsos de López o ahora de Michetti, las propiedades de Baez,
o los papers de Macri, centrando su
nerviosismo en los anuncios de nuevos trámites para comprar dólares, sin
reparar que deberán soportar en las próximas dos horas, en la cola del banco viendo
como un par de cajeros se debaten ante muchas personas , a la espera del trámite
que no puede pasar de hoy, sin descartar el gélido vientito de cualquier
cuadrante o las bajas temperaturas, sin contar lloviznas que asisten a todos
los concurrentes a cajeros electrónicos en Dorrego. La realidad del reloj los
advierte sobre que no solo tal vez hoy ni nunca tendrá que blanquear nada,
porque ahorros no existen y jamás le
verán el rostro a George Washington en papel verde, lo que sí se dan cuenta que
están en el pueblo y se les fue una parte importante, de su valioso tiempo, del
cual si tendrían que haberse preocupado y estando informados verazmente de lo
que les toca podrían finalmente llegar a cambiar. Lo de Keeler,
con el descubrimiento del detector de mentiras y los ánimos fabricados,
existe la comparación, entre un aparato que así fuese aplicado continuamente
trabaja sobre lo demostrado en el cuerpo de una persona y sus dichos y los
conceptos de personas que, nunca jamás nunca, deberán explicar el lacerante
trabajo diario de trasladarnos la cabeza con situaciones en la mayoría de los
casos producidas no sobre la noticia, sino sobre la opinión de un hecho. No se
trata, ciertamente de abandonar o subestimar la importancia de los medios como
territorio obligado del acontecer cotidiano. Ese es un proceso, incluso en lo
político que atraviesa al mundo y no es una especificidad argentina. La
realidad mediática ha pasado a reglar nuestros días, desde todos los ángulos,
el papel de árbitros decisivos avanza descaradamente, hasta el colmo de lo que
debemos preocuparnos a diario. En la nueva etapa del país, existe un desafío
muy interesante de repensarnos la vida, cosa no muy moderna por todo lo
explicado. Existe un pensado y particular rediseño hacia la calidad de vida de
la sociedad, con paciencia, teniendo en cuenta que las condiciones actuales
generan amenazas que seremos capaces de afrontar o reclamar según el caso desde
nuestro propio entendimiento. Se pueden acumular muchos votos, no es la primera
vez que pasa, pero lo que hay que lograr es gobernar todos los días. Y así como
los gobiernos están en campaña permanente, la opinión pública evalúa todos los
días a sus gobernantes. Los votos son poder, pero no compra el futuro de nadie.
La oposición en orden nacional, ha hecho un papel patético en el país durante
los últimos años, que no establece
vínculos con la sociedad. Hubo en el país, decía, una enorme expansión de
fuerzas sociales que nacieron para quedarse y la oposición, hoy gobierno,
siempre estuvo ciega a ellos, inmersa en un círculo vicioso del que no pueden
salir, no tienen ninguna capacidad expansiva hacia los verdaderos sentires de
la comunidad en general. La mayoría de los arietes mediáticos siguen a
contrapelo a la sociedad, en legítimo derecho no solo analizando y opinando
libre y profesionalmente sino operando desde inexactitudes que no pasarían el
invento del policía de chicago, aunque el entrenamiento de éstos supera varios
adelantos del tiempo, incluso gobiernos.
# Conductor "Dorrego Despierta" de lunes a viernes 7 a 9 por LadorregoAm1470
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