por Carlos Madera Murgui #
Algunos
oyentes opinan que esta columna es agorera porque suele contar seguido ciertas
cosas al menos no deseadas que suceden. Lástima, si por eso alguna gente que
evidentemente no opina igual se molesta o se reciben sugerencias que reclaman
“basta de críticas”, pero, como se sabe desde Plutarco y Shakespeare, por lo
menos, la culpa nunca es del mensajero. Es la chúcara realidad, nomás.
Ésa que hoy mismo nos muestra las renovadas historias de
desaparición como la de Maldonado y cientos de violaciones a los derechos
humanos ante el silencio de los grandes medios y “comunicadores” y también de
las autoridades, lo que hace presumible que alguien, algún miserable poder
oculto, les está dando letra a las bestias de “seguridad” de toda la república,
las del Estado, por si no se entiende.
En esa realidad, también, que asiste al relato de dirigentes y
hasta de dirigentes sociales reclamando sin vergüenza que se eliminen los
planes de ayuda que asisten, mal y poco, a más de cinco millones de hogares
argentinos.
Es la realidad y no una columna periodística la que dice que gran
parte de la población, acá, allá y en todos lados, no la pasa fácil. O perdió
el trabajo, o fue suspendida. O tuvo que cerrar su comercio o interrumpir su
actividad, ya no rentable para su sobrevivir. Es la realidad y no una opinión
la que da cuenta de una clase política que parece estar decidida ahora a
suicidarse. Término duro, claro, pero no otra cosa y no por el resultado de las
PASO, esa práctica que ahora defenestran, sino por el avance a pasos
agigantados del proyecto de reforma electoral que promueven Mauricio Macri y
sus muchachos, con desesperada prisa por aplicar el sistema de boleta
electrónica única en todo el país.
Están preparándose para un nuevo intento , como en la pasada
década del 30, ya no intento. Sería la coronación de lo que el prestigioso
dirigente agrario Pedro Peretti, ex director de la FAA y miembro de El
Manifiesto Argentino, llama certeramente “la revolución de los ricos”.
Ahora se preparan , seguro
que soñando con varias décadas infames. Y desde el vamos con el beneplácito de
sus amigos, el voto electrónico único en la Argentina ya está en marcha. Y veloz:
ya que quieren que debute en las próximas presidenciales.
Ya se aseguraron el concurso de tres empresas a cargo del software
(adivinen quiénes serán los dueños de esas empresas) y dejando el procesamiento
de los resultados a la empresa Arsat, otrora orgullo nacional pero ahora en
manos del hijo del ministro de Comunicaciones Oscar Aguad. De manera que
adivinen ustedes a qué partido o coalición va a favorecer o al menos se puede
sospechar. Si con papel dibujamos…es de imaginarse que se puede hacer con el resto..
El sistema de voto electrónico es, hoy por hoy, el mayor peligro
inmediato que enfrenta la democracia en la Argentina. Verdadero residuo del
maravilloso avance cibernético de estos tiempos, el voto electrónico es
cuestionado y está en retroceso en todo el mundo porque, fundamentalmente,
impide que los votantes controlen los comicios. Nada menos que eso. Es ya
indesmentible la vulnerabilidad de todo sistema de conteo masivo, que además
resulta imposible de auditar. No hay ninguna garantía, ninguna y en ningún país
del mundo, frente a la posibilidad de hackeos. Por eso Inglaterra, Alemania,
Holanda, Irlanda y Finlandia, nada menos, lo han prohibido luego de probarlo
algunos años.
Victoria Collier, directora de comunicaciones de la Coalición
Nacional de Defensa Electoral de los Estados Unidos y autora de Cómo manipular
una elección , dice que se ha validado el hecho de que nuestra tecnología de
votación es el paraíso de todo pirata informático, tal como lo aceptan ya los
principales sistemas de televisión”. Collier ha denunciado además los modos que
el sistema de su país ha venido implementando desde principios del siglo 19
para modificar distritos e inventar circunscripciones truchas. Enseguida, la
especialista concluye que una y otra vez , decenas de “expertos informáticos y
hackers coinciden en que cada componente de los sistemas electorales
electrónicos es ridículamente vulnerable al fraude”. Y luego de innumerables
casos y comprobaciones concluye que los defensores del voto electrónico dicen
siempre que nadie puede probar jamás que las elecciones electrónicas hayan sido
trampeadas. Entonces replica Collier: “Por supuesto que ése es el gran
problema. Que nunca podemos probarlo. Porque el diseño de los sistemas previene
ante todo la detección de fraude. Es el crimen perfecto”.
Eso es, para una democracia electoral como la nuestra, lo que
están tramando: un crimen perfecto contra la voluntad de la ciudadanía. Algunos
intentos de cualquier modo, se ven cerquita y no es cuestión de opinión, al
menos de ésta.
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