jueves, 21 de septiembre de 2017

TAPA "Dorrego Despierta" jueves 21-09-2017

Guía para leer los resultados electorales de medio término
Por Martín Wallach* y Aníbal Torres** politólogos de la UBA y la UNSAN


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Políticos, cientistas sociales, militantes e interesados por la cosa pública, todos

 atravesados por una misma pregunta: ¿quién va a ganar las elecciones en 

2017?
Uno de los grandes anhelos de la humanidad es poder predecir la conducta humana. Y si ésta es colectiva, esta aspiración se hace mucho más atractiva aún.
Dentro del campo del saber existe una especialización que intenta predecir la coordinación (tácita) de los electores alternando, como se sabe, éxitos y fracasos en los guarismos. La tarea en mira no es para nada sencilla.
Dicha incógnita es abordada sin apelar al método científico de las encuestas de opinión y sin lanzar un pronóstico al aire, espacio que se deja vacante sólo para los interesados en los juegos de azar. Y lo vamos hacer, ofreciendo algunas de las múltiples lecturas posibles ante una elección de medio término, como la que tendremos en la Argentina en el ciclo , en el actual escenario político institucional y social. Observamos entonces que hay tres interpretaciones de los resultados que suelen rondar en las mesas políticas, fundamentalmente la prensa y “la calle”, usualmente esgrimidas sin “dialogar” con las otras lecturas.
1.   Lectura Institucional: este tipo de lectura en general considera cuántas bancas pone en juego cada partido / coalición / frente y cuántas gana, conserva o pierde. Este año se renovará un tercio de la Cámara de Senadores de la Nación y la mitad de la Cámara de Diputados Nacionales. Los primeros representan a un grupo de provincias que los consagró en 2011 al calor del entonces denominado Cristinazo; los segundos representan a un conjunto de ciudadanos de cada distrito que los eligió en 2013.
En el Senado el FPV pone en juego 15 bancas y es, por lejos, el espacio que más escaños arriesga en esta Cámara. La UCR pone en juego 3 bancas, 5 son de partidos provinciales y 1 del extinto FAP, otrora liderado por Margarita Stolbizer.
En Diputados la representación es más plural: el PJ-FpV pone en juego 42 bancas, Cambiemos 40, UNA 21 (disputa muchas de las obtenidas en 2013), Progresistas 7, el FIT 3 y otros partidos 14.
2.   Lectura “Distrito Único”: por las características del diseño institucional de nuestro país sabemos que este año se realizarán 24 elecciones horizontalmente simultáneas (es decir, en las categorías nacionales), de acuerdo con la centralización del calendario electoral dispuesta en 2004. De manera que al considerar los comicios de cada provincia, surgirá la composición del cuerpo legislativo a nivel nacional. No obstante, algo que ocurre con frecuencia es interpretar el resultado como si en realidad se tratara de una elección de distrito único, es decir, como si en cada provincia se eligiesen los mismos cargos y a los mismos candidatos. De esta manera es que algunos leyeron en 2009 “El 70% de los votos en todo el país fue contra el Gobierno”; o en 2013 “El kirchnerismo volvió a sufrir un duro traspié a nivel nacional”.
3.   Lectura Mediática: para algunos analistas poco importa la composición de las Cámaras y lo que esto implica para la gobernabilidad, cuántas bancas pudo renovar o perder cada partido/coalición, o cómo se comportó la ciudadanía argentina en torno al clivaje “gobierno / oposición”. Sólo importa lo que sucede en “la madre de todas las batallas”, la provincia de Buenos Aires. Apelando nuevamente a las elecciones de medio término antes mencionadas, muchos recordarán como “ganadores a nivel nacional” a Francisco De Narváez (2009) y a Sergio Massa (2013) cuando en realidad sólo se impusieron en 1 de las 24 provincias y con una baja representación en el resto de los distritos.
Cada una de estas interpretaciones define al “ganador” de maneras diferentes y presenta aspectos problemáticos. La primera tiende a olvidar que el resultado electoral está mediado por las reglas del juego, que en sí no se agotan en el sistema electoral sino que incluyen a las regulaciones en materia administrativa y contenciosa de los comicios. En el segundo enfoque se descuida analizar el comportamiento del electorado en cada una de las provincias, máxime en escenarios de territoria lización de la política. La tercera lectura, adolece de centralismo y parcialidad, “nacionalizando” desmedidamente una arena provincial.

 Así, resulta una fuerte limitación analítica absolu tizar cada una de esas lecturas, siendo que el proceso político de la democracia federal argentina demanda integrar abordajes a la hora de responder con mayor consistencia quién gana y quién pierde en los comicios.

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