por Carlos Madera Murgui #
Mientras
los flamantes 55 desocupados de la sucursal de Wallmart de Sarandí se iban por
una puerta, por la otra ingresaban los sobrevivientes. Los esperaba un
escribano y uniformados de la Policía bonaerense. “Firmá acá, si no te va a
pasar como a los otros”, les decían a los trabajadores.
“El miedo no es
zonzo”, dice el refrán.
Los gerentes de Recursos Humanos lo saben, algunos
gobiernos también.
Cuando era
Ministro de Economía, Alfonso Prat Gay sinceró
la consigna: “Cada paritaria discute lo que puede discutir. Me parece que acá no
es solamente la dimensión del salario sino también cuidar el empleo”.
Avisaron y, sí, cumplieron.
El lock out
patronal en AGR Clarin (cerrada por sus
dueños en plena actividad), la negociación laboral a la baja en la actividad
petrolera y el conflicto en PepsiCo son los casos más elocuentes de una férrea
hermandad: el poder político y el poder económico, aliados.
Hay clima para despedir. Los medios
–mayoritariamente- ignoran la verdad que los rodea. Los funcionarios repiten
que estamos muy bien, solo que nosotros no nos damos cuenta. Y los empresarios
saben que el Ministerio de Trabajo, lejos de ser un escollo, es para ellos como
un spa.
El caso Walmart desnuda el modus operandi que pretende instalarse. Despidieron a 55 empleados de la sucursal Sarandí. Mientras
los flamantes desocupados se iban por una puerta, por la otra ingresaban los
sobrevivientes. Los esperaba un escribano y uniformados de la Policía
bonaerense. “Firmá acá, si no te va a pasar como a los
otros”, les decían a los trabajadores. Lo de Pepsico tiene el mismo tufillo,
con una complicidad vergonzosa de la CGT y además, un pequeño detalle como se
advirtiera tiempo atrás, un poco más de un año, lo que hacen y piensan hacer
sin represión no cierra. La justicia mediante un timorato fiscal, dice entender
en un conflicto legal no laboral.
Y van a firmar, y firmaron, claro. Suscribieron las reglas de un nuevo contrato, que desconoce los convenios vigentes y establece cláusulas de flexibilización y ajuste: remuneración a la baja, horarios partidos, turnos adaptados a la demanda en las ventas, vínculos temporarios y tercerización.
Y van a firmar, y firmaron, claro. Suscribieron las reglas de un nuevo contrato, que desconoce los convenios vigentes y establece cláusulas de flexibilización y ajuste: remuneración a la baja, horarios partidos, turnos adaptados a la demanda en las ventas, vínculos temporarios y tercerización.
No hubo diálogo.
No hubo consenso. No hubo negociación. Amenazaron a los trabajadores,
los extorsionaron. Rompieron la discusión colectiva –amparada
por ley- para plantearla por empresa. Hay un contexto, sí. Los precios de los alimentos
registran aumentos diarios. La caída en el consumo también. Los CEOS encuentran
una respuesta poco creativa ante la crisis: maximizan ganancias considerando
los salarios como un costo a reducir.
Sólo
en la última semana se perdieron en todo el país unos 1500 puestos de trabajo,
3500 en el último mes, Veinte familias
por día se quedaron sin ingresos, veinte jefes de hogar diciéndole a los suyos
“me echaron”. El ejército de despedidos es también un arma,
el temor disciplina.
# Conductor "Dorrego Despierta" de lunes a viernes de 7 a 9 por Ladorrego AM 1470
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