domingo, 21 de junio de 2015

Adoquines Salvajes:: sábado 20 de junio



Coronel Dorrego. Comarca de la imagen. Distrito hostil a los contenidos políticos

Por Gustavo Marcelo Sala



El General Perón afirmó: "Algunos creen que gobernar o conducir es simplemente hacer lo que uno quiere. Grave error. En el gobierno, para hacer el cincuenta por ciento de lo que uno quiere, ha de permitir que los demás hagan el otro cincuenta por ciento de lo que ellos quieren. El secreto de la gestión política es tener la habilidad para que el cincuenta por ciento que le toque a uno sea lo fundamental”. ¿Cuánto de esto se habrá evaluado a la hora del armado de las listas de todos los partidos políticos y agrupaciones que van a participar en los futuros comicios, a lo largo y a lo ancho del país? Me permito inferir que nada. Por eso, para el ciudadano político de a píe, para el militante de base que está peleando en el barro, sin espaldas ni reaseguros, resulta fatigante esta suerte de intrigas palaciegas, intereses personales y sectoriales muy alejados de la gélida soledad, descarnada y militante que puede haber en una Unidad Básica o un Comité que está en cualquier pueblo perdido de la Patria. 

Hace cuatro años, exactamente el 10 de junio del 2011 y ante esta misma coyuntura de renovación ejecutiva, desde la página del Ateneo Popular Arturo Jauretche decíamos que el distrito de Coronel Dorrego se encontraba inmerso en un páramo de sospechosa tranquilidad campechana. Y nada ha cambiado. Una suerte de paz de necrópolis transita sin solución de continuidad bajo una aparente situación de debate interno que hasta el momento no ha develado idea alguna que promueva cierto cosquilleo intelectual. La salud, la educación, la cultura, el deporte, la formación, la infraestructura, la seguridad, el rol de estado, los temas sociales, la concentración del poder no son motivo de renta electoral apetecible para aquellos que con legitimas intenciones intentan representarnos ejecutiva y legislativamente. Decíamos por entonces que se hablaba de nombres y no de políticas, menos aún de futuras decisiones, tampoco esos nombres se revelan políticamente, esto es, no sabemos qué representan por fuera de sus estructuras partidarias. El único dato concreto que poseemos es el modelo del gobierno Comunal. Con sus blancos, sus grises y sus negros estamos seguros que el oficialismo ha asentado un formato administrativo y gestionalista que conforma a una muy importante porción de la población. Juicios o críticas mediante nada parece que conmueva tal ordenamiento. 

Dentro de las estructuras partidarias tampoco existen discusiones doctrinarias entendiendo que ante la coyuntura no es necesario modificarles el menú a las moscas. Los nombres vuelven a ser motivo de desvelos y disputas, y lamentablemente las imágenes, las mediciones y las encuestas califican mejor que la fatigosa militancia directa y las ideas políticas. La conformidad circula con mansedumbre, la siesta continúa por decisión popular, no existe una movilización colectiva de ideas, y eso trae aparejado como consecuencia que no entendamos que debemos pensarnos íntegramente. José Pablo Feinmann afirmaba que uno puede leer 3000 libros durante su vida, pero si tal inventario no es capaz de relacionarlo es como si no hubiera leído ninguno. En la acción política ocurre el mismo fenómeno. Si no tenemos capacidad de pensarnos, de reinventarnos políticamente, relacionando los eventos vitales, nuestra hoja de ruta siempre contará con defectos de impresión, con omisiones insoslayables, y terminaremos deseando territorios celestiales, esterilizados, de occisa neutralidad.

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