La politica necesita ideales elaborados
Si hay alguien que necesita que
se lo recuerden, allá por 1976 se inauguro la más sangrienta, pérfida y abyecta
de las dictaduras, con lo peor de las anteriores y el mas macabro de los
inventos; la figura del desaparecido. Cambiar la realidad, con libertad era la
misión de gentes preparadas en distintos ámbitos, académicos, laborales, de
variada instrucción, pero con convicciones firmes, militadas en el sentido
justo de la palabra, tan mal usada últimamente, donde la preparación de
trabajar detrás de un ideal, comprendía primordialmente saber mediante
información, preparación, discernimiento y difusión de una creencia, que las
circunstancias llevaron incluso a miles a perder la vida. Algunos con armas en
mano, otros con libros en mano, otros con hijos en entrañas, a todos les fue
igual. Cuando sentimos a diario hablar
de militancia, del reverdecer de la participación juvenil, añoramos, los más
grandes , otros momentos de la historia, donde la política
en esos tramos de las edades, era capacitación, lectura, apreciación, razonamiento.
Como toda pasión, como el futbolero que sabe y que está convencido quien es el
mejor nro.4 para la selección, en política antes del vaciamiento, todo fervor y
efusión implicaba líneas políticas, dogmas, doctrinas y cada uno tenía
soluciones en el bolsillo elaboradas a partir de la información, ni cerca de
contar con los elementos de ahora, solo era literatura, reuniones, discusiones,
ponderaciones . Mas allá de lo que se
pretende hoy inculcar como abc de participación, saber lo que hacer en una
votación, es prioritario saber de que se trata, porque se está donde se está y
estar convencido de ello. La política es y será durante todos los tiempos, la
única herramienta donde la lucha de pensamientos construye el escenario para
poder cambiar las cosas, que preocupan a los individuos. La primavera
alfonsinista, duro lo que una primavera ; la actitud militante de una juventud
movilizada llevo firmemente a creer que la democracia si bien no podía con todo
lo que dijo Alfonsín, sí dejo plantado luego de una larga noche, que el estado
de derecho y la participación valían la pena, que existía un marco donde la
lucha de ideas, no implicaba morir. Se
visibilizaron claramente quienes eran los enemigos, ya no usaron las armas
prestadas, ahora usaron el sutíl y letal aparato económico. Pero las cosas
siguieron cambiando, la política sufrió su más feroz embate, enancada en el
pragmatismo del menemato , copió reflejos de la época y muy pocos resistieron,
así nos fue. Pero el
tiempo siguió andando y nuevas muertes, como siempre, muertes, militantes,
jóvenes, desposeídos, luchadores, reivindicaciones de una clase que había
permanecido en la ignominia. Confusiones ideológicas, pero en un espectro
desinformado, no por falta de elementos, por falta de bases, y no me refiero a
posiciones, sino a cimientos. La
política necesita ideales elaborados, con pensamientos concretos , creencias
con bases ideológicas del espacio del que se trate, no meros cursos sobre como
obrar en una elección, sino preparar personas pensantes, o al menos con
información por encima de la media , sin desvanecer voluntades en actividades
aleatorias muy loables, pero alejadas mayoritariamente de la capacitación
política, que construyan ciudadanos con compromiso de creerse capaces de
protagonizar la realidad en la cual pregonan militancia. Se conocen los enemigos y sus armas,
poderosas , vivas ; pero a las
voluntades cimentadas en el pensamiento y la creencia es difícil derrotarlas,
para eso hay que prepararse. No quiero seguir soportando escuchar a notorios
dirigentes sintetizar la política como “ linda”. Muchos tienen demasiada suerte, algunos
derroteros hasta suenan incomprensibles, eso solo se revierte ocupando los
espacios con capacidad, no con prepotencia y antecedentes. El principio de igualdad es la
revalorización más importante de los últimos tiempos, en todos los ámbitos,
incluso el de la política, única y exclusiva herramienta transformadora, que
implica el derecho individual de forjar un suceder. Por siempre, nuestro pago, reivindica
quienes somos y de donde venimos, solo
nos falta preocuparnos por definir que queremos, adonde queremos ir y trabajar
para ello. Eso sí definiendo ideas y
creencias y no conveniencias.
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