...mejorar la calidad de vida de los dorregueros...
Cuando la ciudadanía
toma conocimiento de la realización de obras de infraestructura de distintos
servicios, es obvio, bienvenido y promisorio el entusiasmo de todos ante la
oportunidad de vivir mejor, nada menos. Las alegrías e insatisfacciones siempre son,
indiscutiblemente, de los involucrados, en todos los sucederes. Los vaivenes de las gestiones son
seguidas mucho más atentamente de lo que los funcionarios piensan, en el
interés puntual sobre algo que le va a mejorar la vida. Cuando las noticias
fluctúan u ondulan con respecto a algo muy esperado, el efecto es parecido en
la misma intensidad al del hecho consumado. Hacía mención a servicios, pero la cosa se
potencia con esperanzas de empleo, expectativas en nuevas posibilidades de
educación, mejoras en el sistema de salud pública y toda otra ilusión que
marque en lo que se les ocurre en el anhelante devenir que renovamos cada día. Los
recientes inicios de los servicios de agua potable en localidades del distrito
de muy pocos habitantes, marca una reivindicación de calidad de vida, solo
explicable por los beneficiados. Lo entiende en profundidad y en singular
medida quien ha vivido en esas poblaciones o en el campo, para dimensionar en
su precisa importancia, el valor de algo natural y desapercibido para quien
vive en una ciudad. Lo que sí queda a la luz, es la importancia que muchas
veces pueden tener pequeñas decisiones oficiales, y no apunto a esto en
especial, sino en concientizar que las expectativas de las personas, varían
inexorablemente en el futuro inmediato, y es allí donde precisamente radica la
trascendencia de encontrarse con lo anhelado, no siempre coincidiendo en lo que
espera la mayoría. Todo es significativo, nadie tiene el importódromo en la
vida del otro. Relevante hecho, que contrasta con el aguardo en la culminación
de la obra de agua potable para la ciudad cabecera. El serpenteo gubernamental
que ha sufrido la solución ya tan vituperada al problema , a través de la
última década , no mina la esperanza de todos los pobladores, renovados en su
consumo y exigencia, que han convivido con soluciones cierto, temporarias, provisorias,
que parecen haber venido para quedarse. El evidente y timido accionar oficial
cambiando fechas, corriendo el arco, confundiendo con comunicaciones que nadie
duda de su veracidad, al menos para ver su concreción de una vez por todas, y a
nadie le molestaría y que en lo que
resta del proceso electoral viera la luz,
no como algo pendiente, sino como una realidad que edifique
efectivamente la tan escuchada frase de mejorar la calidad de vida de los
dorregueros. Somos todos dorregueros,
los de Aparicio y San Román también, que lo disfruten, ahora tienen la
oportunidad. Solo sabe de la lluvia, aquel que se mojo alguna vez. La
importancia de los adelantos por los que lucha una sociedad toda, en sueños de
estar mejor, siempre excede, no tengan dudas, a la trascendencia, tampoco
menor, de cualquier acto de gobierno, el que sea.
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