El litigio por la igualdad
por Carlos Madera Murgui
Quisiera que alguien explicara de una definitiva vez la teoría
del color de sus opiniones. El consensualismo, o el discurso único, que da
menos trabajo decirlo, ha reinado las buenas costumbres y el acontecer de la no
modificación de ninguna estructura de vida, por injusta que fuese, en pos de
una sociedad organizada y bienpensante , con todo el sentido común clasemediero ,
claro detrás de lo mejor de los menos. Que todo no sea blanco o negro, nos ha llevado
a un gris inconducente, mas aun a negros intensos, no para todos, pero sí para
la mayoría. Esa mayoría que desnudo con su acción la falacia de los defensores
a ultranza de las “ formas “, críticos de las “desprolijidades “en pos de
avanzar hacia otra sociedad que en conjunto se afianzo disputando poder , como
no se veía en décadas. Magnificas y duras las diferencias en un país testigo de
la recuperación de puentes rotos entre generaciones y sus ideales, voces y
legados remitiendo a un litigio no resuelto; el litigio por la igualdad. Incomoda
salir de lo establecido, incomoda en nuestra refinada y enigmática
idiosincrasia. Cuando uno escucha hablar de modelo, y también lo hemos
repetido, creo que estamos en un error,
o al menos en una visión no global del tema. Modelo suena exclusivamente
para quienes escuchan, porque será,
eminentemente económico; pero la importancia de un proyecto cultural,
social, y también económico, no merece quedarse en el prisma de tipos que han
surgido al amparo de la transformación, para ahora minimizar los cambios
estructurales más profundos en la vida de los argentinos, y sigo sin hablar
exclusivamente de economía, aunque la restricción en la compra de divisas o derechos de exportación aparezcan como más
importantes que las modificaciones históricas en libertades individuales o
asistencias sociales inéditas que llevan hoy mismo a las inexactitudes propias
de la negación para anteponer a los hechos de quienes no saben al menos decir,
me queda la duda por lo que puedan hacer, sobre algo superador que al menos los
lleve a ser atendidos. El abismo disgregatorio de 2001, muchos lo toman como un
material de archivo televisivo, que de cuando en cuando les recuerda los
disparates que hoy dicen, en cuanto a cómo podemos o debemos estar. Hablando
livianamente sobre lo que no terminan nunca de explicar sobre la ayuda social,
a lo que despectivamente titulan planes, ayuda que en su casi totalidad, llega
por administraciones oficiales municipales, provinciales y nacionales, la
mayoría con contraprestación o valorizaciones controladas por profesionales de
salud y de promoción social que cuentan con recursos, luego de una revisión de
lo que necesitaba el país y sigue necesitando de tributos más equitativos,
sobre lo que es notorio falta mucho aun,
pero se ha avanzado y como. La historia reciente nos muestra como evidente, dentro
de una sociedad que no es ajena a estos comportamientos, la diversidad en la
peor de sus acepciones de dirigentes políticos serpentinos, siendo elegidos por
un partido, desarrollándose por otro y finalmente terminando en un tercero;
alguna vez habría que revisar sobre la “ propiedad “ de los cargos obtenidos
todos inexorablemente mediante partidos o agrupaciones políticas, que luego se
revelan como “luchas y trayectorias
rectilíneas personales “ para aparecer paradójicamente en la antípodas de lo
que anunciaban en su aparición. Hay cosas que no son serias por más que se
cambie el lugar de mirarlas. Las libertades que gozan y que critican y que
todos supimos conseguir, les permite jugar en el equipo de los impresentables.
Nada mejor que la incoherencia como carta de presentación para dejar de ser
tenido en cuenta.
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