por la seguridad de los demás.....no de los menores.
por Carlos Madera Murgui
A rigor
de ser específico casi en este y cualquier caso lleva a opinar lisa y
llanamente, ya en la esencia misma del programa. Al reflexionar sobre ello,
reafirmo mi apreciación sobre lo difícil que presupone expresarse públicamente en
nuestro medio y no hablo de la necesidad de coincidir, solo de incrementar la
cantidad de voces y posiciones que realimenten conclusiones adultas sobre temas
que nos interesan a todos. Me pregunto cuál es la razón que determina a cierta
gente a afirmar que la marginación, pobreza, delincuencia , se afirma en un principio de
educación, apareciendo dicha sin más aditamentos, como una verdad de Perogrullo.
. Lo interesante es escuchar argumentos que cimienten la facilidad con lo cual se pretende
minimizar una ciclópea tarea de casi siempre y no de casi todos. Las
prioridades gubernamentales en todos los niveles cambian inexorablemente entre
quienes llevan adelante esa labor, por la forma, y fundamentalmente por el
convencimiento que se elabora en la ocupación. La inequidad, especie totalmente cercana a la injusticia y
también en las antípodas de la vida normal o justa para todos, es tratada
siempre desde la comprensión y discernimiento ideológico de quién o quienes
tienen esa responsabilidad. Estaría casi demás decir que una persona con
educación básica, desde el momento de haber accedido a ella, presupone un
juicio, una razón para enfrentar entre otras cosas, su forma de vida, y de
pensar su futuro, el inmediato, con la panza no del todo vacía. El basamento de
todo ello, comienza contrariamente a lo que creen muchos, en sobrevivir la
diaria, porque sin hoy, no hay mañana. Mucho se ha hablado sobre la Asignación
Universal por Hijo, aunque poco se ha dicho, de lo que sucede con esta medida
en el marco de un país federal y atendiendo al proceso histórico. En este
sentido, la medida se sitúa en el marco de un nuevo paradigma que en la
política social de la infancia se está gestando especialmente desde 2003 en
adelante; el paradigma de la protección
ampliada de la infancia. Cada una de las formas con la cuál es analizada e
ideológicamente tratada trae consigo una determinada definición, que no se
separa de la cuestión social en general y un tipo de políticas particular,
manifestándose esto en la fisonomía del Estado, y el bienestar y calidad de
vida de los ciudadanos, ahora sí especialmente de la infancia. Ya en 1919 una
innombrable ley consideraba al niño pobre como una amenaza o patología
individual y objeto de tutela del Estado, pero a ser atendido focalmente por
instituciones que sabían de que se trataba. Fue así que se reforzaron
tribunales de menores, hogares y casas del niño, orfanatos, consejos de la
minoridad, tribunales, todos velando por la seguridad, ……de los demás ,no de
los menores. El concepto de niño pobre como amenaza se profundizo en los 70 y
se observa aún hoy en los debates de
imputabilidad o no de los menores. Avanzamos algunos casilleros muchos años más
adelante cuando descubrimos el menor a formar y a ser sociabilizado por la
familia y la educación. Esto planteó políticas más distributivas con derechos a
seguridad social a las familias asalariadas, desarrollandose desde allí las
asignaciones familiares. Hasta allí, mediados
del siglo XX todo apto para el modelo de familia tradicional de núcleos de aquel entonces, pero no para hoy,
donde existen múltiples formas de familia, gran parte de las mujeres trabajan, la
que no está sola, donde hay distintas familias e infancias y la misma ya no
solo es sociabilizada por la escuela y el grupo de pares. La mínima expresión
de la función distributiva del Estado, la vivimos en los 90,donde la Nación en
especial, se desligó de su rol como nivelador de inequidades en el marco de un
país en directo rumbo a la disgregación de casi todo lo que nos atravesó luego.
La gestación de un nuevo paradigma en la política social argentina, portando
una concepción de lo considerado justo en la infancia y las consiguientes
políticas que la acompañan comienzan a tener reflejo en la estructura
institucional del Estado, con la clara modificación de políticas históricamente
sectoriales y no para unos pocos y con la articulación de variados programas,
articulando una mejor y muy superior asignación de recursos. La contundencia de
los datos, de los que algunos descren ,reafirman de todas formas una realidad
mejorable, pero nunca discutible desde lo medular, suena casi descolocado , no
aportar hacia adelante. Aparecen junto a la AUH, y en un importante cambio en
el alcance de la función distributiva del Estado ,la sanción de una nueva ley
de educación nacional y en las provincias, el Plan Nacer en materia de salud,
la sanción de la ley nacional de protección y promoción de los derechos del
niño y derogación de la ley de patronato de 1919, la restitución de los
consejos de salarios y la asignación por maternidad entre otras. La desigualdad
social y también geográfica sigue constituyendo una problemática estructural en
el país, por ello es imprescindible reflexionar atendiendo al proceso histórico
argentino en el cuál se inscribe la AUH. Sobre todo, para no volver atrás y
mejorar de manera contínua el nuevo escenario en gestación. El mundo discute la
inequidad y la justa vida para todos, se le reclama a los Estados. La economía
de mercado, no repara en las personas, menos aún en la infancia, nuestro Estado
se está ocupando hace tiempo de lo que el mundo habla, nadie puede repetir “ me
pongo en tu lugar “, nadie conoce , ni siquiera se imagina ,el lugar del otro,
del que necesita. Eso solo lo cubre el principio de prioridades que abriga
ideas basadas en el desarrollo humano delante de todo, pero fundamentalmente
para todos.
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