se puede discutir, no negar....
por Carlos Madera Murgui
Qué
pasaría si un líder político surgiera de la combinación de impacto en los
medios más el furor en las redes sociales, aunque fuera animado e incorpóreo a
la vista ? Este escenario, ficticio, pero posible según las volubles
valoraciones, de lo que afirman, han cambiado radicalmente nuestras vidas,
consolidados en los avances tecnológicos aplicados a todo, incluso a la
política. Esta época maleable de la información que vivimos los últimos tiempos
, escrutado con el prisma de una preocupación más bien ambivalente, ha creado
una cotidianeidad de lo extremo con lucubraciones acerca del accionar de todo,
que ponen en juego, ímpetus humanos sobre todo en lo relativo a la libertad de
expresión (esta es la mas cimentada de las excusas,) en un universo paradójico,
amenazante, peligroso, de donde nunca se
escucha retractación, luego de acusaciones e imputaciones ,curiosamente dentro
de lo que consideran falta de libertad. La espectacularidad de la presentación
de dichos importantes o no, son recurrentemente ofertados como hechos políticos,
atravesados por la “indignación y la anti política “ con aseada similitud, de
algo ya vivido, donde la agresión descarada gana el asentimiento de una
audiencia enojada y desilusionada que genero el propio mensaje. Lo que nos
muestran casi igual de real que la realidad, marca una espantosa debilidad para
discernir en el eje creado de libertad-control por el que nos vemos forzados,
donde repiques diarios y a toda hora insisten y machacan sobre circunstancias que
superan la consideración del común , y que tiene como argumento de cabecera “
lo dijeron en la televisión”. La argentinización del debate sobre lo que nos
ocurre, no tiene hoy por hoy que ver con el mensaje, sino con el medio y el
emisor. Esto sucede en circunstancias como las actuales , en las que la
oposición política cede protagonismo a
los medios y no solo deteriora su propia representatividad , sino que autoriza
el aventurerismo de sectores muy retardatarios que revalidan, precisamente no
entre la gente, una pertenencia muy dudosa. Las diferencias con el gobierno no
se enmarcan en construcción política alguna, propositiva, con vistas a ser
alternativa en los calendarios electorales que se avecinan. Lo que se ve son
expresiones cismáticas, que incluyen provocación y planteos utópicos, funcionales a intereses predeterminados y
nostálgicos de la dictadura. De tal modo parece surgir una oposición que no es
tal, los planteos inorgánicos exaltan el rol de algunos comunicadores expertos
en efectismo y espectáculo, que realzan la expresión “ ese sí que se las dice”.
La impresionante manipulación informativa que impera hoy en nuestro país, -
basada en el arte de titular lo que no sucede como si fuera inminente que
sucederá- con lo cual se inocula apocalipsis sin medida, donde se subraya una
persistente ingobernabilidad, desconociendo una década de continuos cambios,
igualitarios y modernizadores que todos podemos discutir, pero nadie negar, en lo cultural, económico, social,
participativo, libertario, democrático, integrador. Desde ya que no es
imposible vivir en una sociedad partida al medio por sus convicciones, mientras
se cumplan las reglas de la democracia, que en esencia es un conjunto de formas
a respetar, pero de todos modos es complejo, arduo y peligroso, vivir si,
apremiados por armas que no están en el reglamento y que la impotencia
del revés de lo establecido los lleva a intentar por ese lado. Además es un
hecho que todo gobierno, y me refiero a todos los gobiernos, es cuestionable
por errores, omisiones y en algunos casos abiertas situaciones que sería
alentador que en el presente se investiguen, diluciden y sancionaran, si eso es
lo que corresponde. También sería justo que quien acusa públicamente deba
rendir cuentas si lo dicho no es cierto. El golpismo, la desestabilización y el
ánimo destituyente se activan cada tanto en la Argentina. La lucha del poder
económico, (el político está en su lugar) se centra por imponer su verdad en
los medios todavía hegemónicos, ya que lo que sigue bajo fuego es el modelo de
país. El déficit del actual proyecto político gobernante, no está y eso es
obvio, como suele mostrar la calle y repetirse en las urnas ,en su relación con
los sectores populares, a quienes beneficia y en quienes se sostiene, sino en
su relación con la alta burguesía, que simplemente tiene otro proyecto. Esto,
parece a priori lo que no hemos entendido, la forma de cambiar o profundizar es mediante
el voto, la participación y la disputa de ideas, si así lo determina quien
sufraga.
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