¿ Comunicación política o política comunicacional
?
Por Carlos Madera Murgui
Algunas décadas atrás, las organizaciones
mediáticas dominantes en gráfica, radio y televisión tenían muy poca
competencia. Solo algunas áreas
metropolitanas contaban con más de un diario. Los medios actuaban más como
compañías de servicios públicos que como empresas de sectores competitivos de
la economía. La producción de noticias relacionadas con los asuntos públicos tenían como respaldo el poder de mercado que
disfrutaban las organizaciones dominantes de medios tradicionales. La
televisión por cable e Internet modificaron radicalmente la situación y se
repica de forma continua y al instante, opiniones y preferencias sin saber de
fronteras. Este espectacular aumento de la competencia hace que el hecho de dar
al público lo que necesita, en especial “ SI NO ES LO QUE QUIERE”, sea cada vez
más un lujo. Odiosa palabra, más allá de su significado, por su uso irracional. En los últimos
diez años, poco más o menos, ha habido
grandes cambios en el trabajo periodístico. La producción de noticias ha
planteado un desafío al espacio ocupado por los periodistas que trabajan para
organizaciones periodísticas establecidas. No todas las voces importan lo
mismo, pero hoy son muchas más que antes las que claman por atención. En el pasado
se tenía una sensación distante y bastante abstracta de que los consumidores no
estaban muy interesados en las noticias sobre asuntos públicos. En el contexto
actual, asuntos prefijados en las preferencias de los consumidores rodean a
reporteros y editores. El
carácter relativamente lineal de la transmisión de información en los medios radiotelevisivos, así como el hecho dominante
en esos ámbitos conjugara diferentes tipos de noticias en un producto que no es
fácil de desarmar, y hace de la noticia sobre asuntos públicos un aspecto
rutinario y aburrido del consumo de noticias. Las cosas han cambiado de manera
singular en el entorno periodístico hacia el consumidor y a este se le hace muy
sencillo encontrar lo que quiere armando su propio menú personal de noticias en
los lugares que saben hablan de lo que él quiere e ignorar el resto. En este contexto, evitar el contacto con la
información sobre asuntos públicos resulta mucho más fácil que en el pasado.
En vista de lo que significa la brecha entre la oferta y la demanda en
el paisaje mediático por naturaleza, nuestra esperanza, la de este programa y
estos periodistas es zanjar el debate acerca de la existencia de la brecha y,
de existir ésta, establecer su magnitud y verificar los factores que la
afectan. La idea siempre, no coincide con los logros. Esto permite hacerse una idea de los factores
interpretativos y vivenciales asociados a su respectiva elección de temas a
tratar. Para los consumidores hay una tensión entre un acercamiento a la
adquisición de información, marcado por un sentimiento de responsabilidad
cívica son tensiones como el conflicto
entre lo importante y lo interesante. Somos de los que bregamos en contra de lo
que va ganando. Se entiende de esta manera; la comunidad , oyente, lectora siempre mayoritariamente elige una noticia. La
dicotomía en este planteo nace cuando nace la oferta. Es lo que tiene éxito como
asunto o lo que realmente creemos como periodistas que debemos brindar ? Siempre
lo que es espectáculos funciona. Lo que es deportes funciona y también funciona
el morbo. Se debe admitir que la brecha parece angostarse durante los
períodos de intensificación de la actividad política, como ahora, como hace dos
meses, aquí, allá y en todas partes. “ La preferencia está arraigada, o es
culpa es de la oferta”. La palabra relajación, me produce hasta asco, los
últimos tiempos, tipos que te hablan de distracción, que significa sacarte de
tema, cuando no son ni siquiera inquilinos, ya no dueños de su propio destino,
hablan como si pasara el tren. El tren pasa, no todos se suben siempre. Las
preferencias de noticias de los consumidores divergen en las épocas normales, se
suele escuchar que la gente parece disfrutar de artículos que la entretienen, y
la ayudan a promover el interés por el esparcimiento. Las noticias de asuntos
públicos parecen menos adecuadas para esos fines. Para la mayoría generacional ,se está más distendido charlando de
fútbol o de lo que pasó en una serie de televisión, que cuando se habla de las
noticias políticas que marcan y marcaran no solo su destino, sino también su
presente inmediato. No podemos
ignorar lo que a la gente le interesa, pero tampoco podemos pensar,
escribir y decir en función de lo que la gente quiere. El periodismo me parece que tiene otro rol que
no es simplemente seguir las tendencias de la demanda de los consumidores. La
necesidad de ser coherentes con una identidad mostrada es una razón para
privilegiar criterios por encima de las preferencias de la audiencia,
parámetros que tienen que ver con el cuidado de una marcada convicción. Este
análisis quiere demostrar que la lógica de la profesión se impone a la lógica
de la moda. El efecto de ello es mantener el carácter central que, para la
identidad periodística, tiene la misión de servicio público. Desde un punto de
vista interpretativo, esto sucede aun en presencia de muchos indicadores
propagados y constantes de que la
prevalencia de esos asuntos públicos está en conflicto con los escuchas o
lectores. En el plano vivencial, este conocimiento se
acompaña de un efecto negativo. El hecho de que la orientación elegida prevalezca
a pesar de recordatorios de su colisión con las preferencias de los
consumidores, en un contexto de creciente competencia y de un efecto negativo respecto a las
cambiantes circunstancias de la labor editorial, es un testimonio del poder y
la perdurabilidad de esa orientación en la identidad profesional del
periodismo.
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