jueves, 3 de septiembre de 2015

TAPA:: Dorrego Despierta jueves 3-09

LA SUBJETIVIDAD DEL RECLAMO

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El clima de debate permanente, en todos los ámbitos de la sociedad por distintos motivos, le debería hacer bien a toda la comunidad. No solamente al espectro político, que es casi su trabajo, sino a la sociedad toda, que ha conferido mandato para llevar adelante las ideas a las cuales adhiere. Temas diversos, importantes todos, reiterados, con disímil resolución o sin ella, han estado en el obligado tratamiento de los medios de difusión y por ende en el comentario diario de los pobladores.
Ampliamente difundidos, con detalles, con las voces de los protagonistas, todas, como nos tiene acostumbrados esta radio, algunos asuntos exceden ampliamente la inmediatez, para protagonizar un debate de base, que merecerían una atención superior, dedicada, permanente, más allá de encontrar coincidencias. Muchas veces, nosotros mismos, como parte de los mortales que somos, irradiamos nuestro punto de vista, desposeídos de elementos, más que de juicio, de imposibilidad u oportunidad de realizaciones concretas.
Nos molesta particularmente, sentir desde las voces de propios dorregueros que este pueblo se muere, que no hay oportunidades como las que pretendemos, que la población es mayoritariamente jubilada e infanta, que los jóvenes deben emigrar por la falta de trabajo. Escuchar encumbrados funcionarios de gobierno responsabilizando a los derechos de los trabajadores como valla casi medular del problema, no convence a nadie, y ya como absurdo, revela una discapacidad de análisis y realidad, que ningún trabajador puede trabajar en beneficio de otra persona fuera de la ley. Eso está superado en el país.  

Por estas mismas razones, quienes pretendemos que esas aseveraciones no tengan razón o al menos toda la razón, sería muy interesante, medular, importantísimo, comenzar con un debate serio sobre este temas en particular, para correr ciertos velos, sobre las reales y efectivas oportunidades que tiene o no nuestro distrito en materia de desarrollo. Tendrá que comenzar obligatoriamente por la representación política designada constitucionalmente por la ciudadanía. Luego funcionarios, entidades intermedias, empresariales, sindicatos,  prensa,  y todo tipo de expresión que se sume al inocultable reconcomio que desdibuja el ánimo diario de nuestros coterráneos. Este debido debate sobre el desarrollo y por ende el empleo en nuestro partido, no es nuevo por pendiente, ni viejo por remiso. Directamente nos hemos quedado, cada cual con su verdad aparente, puesta en el tapete en épocas electorales, o cuándo se trata de reavivar diferencias, que por más que sean explicadas, como formas de atacar un evidente problema, no vislumbran al menos un terrenal diagnóstico y acción, que suponga el ponerse a trabajar, sea quien sea, en la cristalización de esas ideas debidamente fundamentadas. Las posibilidades desde un gobierno municipal, allende sus ingresos genuinos, se centran en articulación con el puente ineludible e imperioso que debe mantener con autoridades provinciales y nacionales, que sí cuentan con otras oportunidades de recaudación y distribución, y que necesariamente serán la base de sus gestiones. Elementos para reactivar posibilidades de trabajo cierto, se ven acotadas en pequeños emprendimientos que no compatibilizan con las manifestaciones de la mayoría de los pobladores que sueñan y reclaman una salida más interesante. No es el nuestro, un lugar que se haya caracterizado por la gran inversión local, al menos de hace muchos años y en la forma que nuestra población lo espera. Tenemos sí, y tal vez sea la medida,( no nos debe conformar obvio) interesantes empresas, no importa su tamaño, que han materializado su accionar en el distrito. La inquietud es irrebatible,  necesitamos algo más, que nos haga progresar en la intranquilidad colectiva, como ideas concretas, amparadas en acciones realizables, posibles, sin dejar de lado el ideal de lo soñado. Válidas e importantes son todas las expresiones, atendibles, que no deberían molestar, ni por aparecer exageradas, ni irreales, ni descarnadamente ciertas.    Sí, nos tienen que hacer reaccionar, pero efectivamente, con ideas, en acciones  algo más edificantes, que nos ponga en marcha, una vez por todas, no solamente desde la retórica, sino de los hechos concretos, firmes, consensuados, estudiados, como corresponde a una sociedad que no ceja en su aflicción permanente de caer en el más cruel de sus destinos, como es el desarraigo.  

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