Signo heredado que defienden en silencio.....
por Carlos Madera Murgui
Por lo percibido en los
últimos tiempos parece que el folklore argentino “renace” entre comillas en la
consideración del gran público a través de programas de alto nivel de
audiencia, que se ocupan de pseudo certámenes de bailes o danzas típicas. Con
jurados profesionales que bien no se sabe que parámetros utilizan en sus
decisiones, los participantes van por la gran oportunidad en la televisión. En
una actividad distinta al resto, donde más allá de las virtudes de cualquier
danza, los idóneos en la elección, marcan preferencias según su óptica, pero
lejos y como corresponde en televisión y al momento, desde una observancia poco
atildada en lo que los concursantes marcan en una línea también requerida por
el medio, disimilitudes con lo que estamos acostumbrados y hemos tenido la
bendición de aprender en un pago, condición que nadie ha desaprovechado. Esto
dicho en franca comparación, y es casi natural en un entusiasta dorreguero para
nada especialista, pero detallista en lo que ha mamado en su tierra casi sin
querer, como algo usual, propio de un
oriundo. Me estoy refiriendo a temas que no nos son ajenos, por el solo hecho,
y es en estos casos es donde nos damos cuenta, de haber asistido a la
reafirmación de una cultura que nos permite precisamente eso, hablar de lo que
sabemos, eso que saben los pueblos sin que nadie se los enseñe. Hace tiempo que se escucha en el terruño, a gente
que viene, pero primordialmente por la que nació acá, hablar naturalmente sobre
temas de acervo muy rigurosos, que entusiasman por el orgullo demostrado y
basado en algo muy concreto, preciso, simple, ese algo que está aquí. Sentir de
los dichos y el pensamiento de personas relativamente jóvenes, hablar sobre
respeto, público, cultura vernácula, con propiedad, con conocimiento, pero
además con convencimiento, que además también se canta, se toca, se recita, no
sé si emociona, pero sí satisface por los tiempos, porque nada fue en vano. No
son exageraciones, por lo contrario, son temas muy simples, pero en sentires
muy diáfanos, que placen de manera directa con su mensaje no siempre
reconocido. Esto último, parece ser, lo que menos importa en la intimidad del
emisor, indemniza por su creencia, lo creído de sus palabras, de su estudio, de
su pasión. Cristian Demarco, es uno de
ellos, en mi gusto deberíamos ser más que profesan una comunión permanente con
una cultura que no admite discusión desde su esencia misma. Garantía filosofal
y genuina de pertenencias a través de los tiempos.Tipos como estos, transitan,
militan lo suyo, sin separarse, no
encuentran causa, y tampoco motivos, de un signo heredado que defienden en
silencio, pero con férreos elementos que no saben de explicaciones. Estas cosas, son más que pasatiempo, no
siempre se entiende.
Gracias Cristian Demarco,
a vos y tu entorno, es escuchar algo que ya te han dicho, pero esto, con la marcada intención que se enteren
muchos, por la radio de acá.
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