Pensé que amanecía...en realidad esta oscureciendo.
Cuando el préstamo de
las opiniones, o mejor dicho la apropiación de ciertos criterios aparecen
asiduamente en el horizonte de la opinión de muchos, lo que al menos resulta
inquirir, si coincide ,con lo que ese individuo piensa en realidad por más
lúcido que resulte su comentario. Viene a reseña por el hecho de escuchar en
boca de responsables o informados, absolutas inexactitudes que no por conocidas
y archi vertidas tienen credibilidad y certeza por ese solo hecho. Que se lo
haya escuchado, que haya sido ampliamente difundido o que lo haya preparado
gente de confianza para que otro lo diga, no significa que tenga la garantía de
ser cierto. A todos nos sucede, lo conocemos como pescado podrido, solo que
algunos debemos tener más recaudos en aseverar algo que no sabemos a ciencia
cierta. Cuando la ponderación de los razonamientos ve la luz, es indudable que
viene cargada de una sentencia humana, que le imprimió su prisma conceptual,
digo esto para contrarrestar aquello que muchos admiten como enfrentamiento, la
conflictividad misma, esencia pura de la política y sus fuentes fisonómicas.
Cuando se proclama el tan meneado fin de ciclo, se interpreta un escenario
previsto tal cual escenografía para edificar el clima en cuyo seno no desentona
lo que a continuación refiero. La desaparición lisa y llana de 113750
productores agropecuarios ( dato duro y puro en los 90,) tras las ejecuciónes
bancarias, hipotecarias, prendarias, perpetradas en su mayoría por el Estado,
salvando la excepción de no llegar con el proyecto de las cedulas hipotecarias
a cotizar en bolsa, tras la casi póstuma resistencia de solamente los deudores,
pusieron en marcha la profecía de Domingo Felipe Cavallo, más que profecía,
objetivo determinado, que definía la desaparición concreta de una cantidad de
productores en mas o en menos, que finalmente ocurrió. No compraron campos y
expulsaron gente especies galácticas, por el contrario, en todos los lugares
del país, se formaron grandes y menos productores, no precisamente
propietarios, sino los dueños de la riqueza de la tierra. La propiedad no
cambió tanto como la explotación. Nada iguala esos años aciagos para la gente
de la actividad, que se vio expulsada por otras gentes, no del campo, pero que
si negociaba con el campo, diferentes transacciones que después de varios años,
el mismo sistema, los vio migrar. Otros, los más, quedaron con más, para
recordar con nostalgia, cuando se acuerdan, y compungidos el padecer de otros .No
se puede vincular, mejor expresado no se debería, poder se puede esta visto y
oído, desde la política decía, ciertas expresiones en pos de justificar
vaivenes económicos que nadie niega muchas veces tienen vinculación con
decisiones internas de un país y con la salvedad de medidas inherentes al
conjunto, no siempre totalmente satisfactorias para un sector, y que
generalmente inciden, pero siempre tutoradas
por decisiones globales que marcan a veces con resistencia, a veces con
anuencia ,el destino comercial de mucha gente. Ese destino comercial que
demasiadas veces es la vida misma, me
trae a la memoria una similitud parecida intentada por una conocida conductora
de televisión. Comparar los 90 y los que dejó el menemato en el camino, con los
cambios estacionales que representa cualquier gobierno y aun en el sector
agropecuario en los tiempos que sea; Es
sopezar la dictadura y el gobierno actual. Los datos escuchados no son
precisos, y no solo en comparaciones, también es erróneo lo escuchado en comercialización
de productos. Lo más sensato, lo escuché en estos días, y en la opinión de un
cabañero. Hizo mención con autoridad a lo ondulante de precios y rentabilidades
de granos y carnes en ciclos históricos en Argentina. El péndulo ahora parece
estar inclinado hacia una actividad, pasó siempre, con éste y con todos los
gobiernos, respondiendo a índoles foráneas que rozan sin duda determinaciones
internas. Lo que sí, ningún gobernante determinó en la historia argentina el
grado de inviabilidad,( así fue llamado) y con tremenda complicidad dirigencial,
la expulsión de miles de productores como en los 90. Se olvidaron que los
productores primero son gente, antes que cualquier medición empresarial
establezca quien sigue y quién no. A tener memoria, la liviandad al emparejar
no es buena consejera. No me canso de recordarlo porque nos alcanza, las
opiniones vertidas por personas públicas, obviamente no todas con la misma
responsabilidad y desde lugares disímiles, deben ser muy cuidadosas. Lo que sí
no negocio, el eufemismo y el embozo en lo intrínseco del pensamiento.
Algún oyente de Dorrego Despierta se ha puesto a pensar que Carlos es un tipo que todos los días nos ofrece una editorial. Cosa que desde el periodismo es inusual en el Pago. Creo que es algo que debemos valorar en su verdadera y compleja dimensión intelectual. Chapeaux compañero.
ResponderEliminar"El Adoquín"